martes, 28 de agosto de 2012

38. (concurso) VERANO SOBRE LIENZO



Quiso pintar el verano perfecto y en su empeño, buscó parajes a lo ancho y largo del mundo para hacer realidad su proyecto. El lienzo, debía medir 98x191, igual que “La maja desnuda” de Goya, para Manuel, el mejor cuadro de la historia del arte, y para rendir homenaje a su autor predilecto, sólo utilizaría los colores preferidos por el pintor aragonés: el amarillo de Nápoles, el violeta de cobalto, el verde Veronese y el blanco de plata. Encontrar esos colores, había sido una empresa casi imposible, hoy no se utilizan productos tan venenosos para hacer pinturas. El verde y el amarillo, se los trajeron del estudio de un pintor italiano que mezclaba sus pinturas con la habilidad de un químico; el violeta, le llegó de la India, muy usado en aquella cultura para representar deidades y el blanco, tuvo que conseguirlo en una tienda de bellas artes de la calle Carretas por una pequeña fortuna. Para confeccionar el lienzo, usó un algodón egipcio de cuatro capas tratado con parafina, que evita filtraciones excesivas del óleo que emborronen la composición. Los pinceles serían nuevos, fabricados en Japón con madera de ébano y pelo de tapir y la paleta, la había encontrado en el Rastro, se trataba de un corte de madera de un tronco de ginkgo biloba con la forma de una de sus hojas.

Viajó por los cinco continentes durante dos años, pero el violeta de cobalto le faltaba. En ningún amanecer, en ninguna puesta de sol, lo había encontrado. Hasta que un día, paseando al atardecer por la playa de Berria en Santoña, lo vio. Era el tono de violeta que buscaba. Un pescador le contó, que aquel color aparecía los días despejados de Julio en los que al atardecer, se formaban pequeños jirones de nubes gracias al frío viento del noroeste.

Durante tres semanas salieron pocos días despejados y en menos ocasiones, sopló el noroeste por la tarde, pero cuando lo hizo, antes de irse la luz del sol, apareció el violeta. El verde, lo traían consigo el monte Buciero y el Brusco que enmarcaban la playa de Berria, el sol, agonizaba de amarillo y el blanco, aparecía en la espuma que dejaban las olas. Mezclando los cuatro colores, Manuel, creó el resto del paisaje.

Apenas dormía, por las tardes pintaba en la playa y por las noches retocaba su pintura en la habitación del hostal. Comía cuando se acordaba y bebía cuando el dolor de cabeza le impedía continuar, cuanto más hermoso era el cuadro, peor era su salud. Al finalizar la tercera semana, terminó su obra.

Manuel, amaneció muerto. El cuadro, lucía imponente en el caballete junto a la ventana que daba al mar. En la autopsia se dictaminó muerte por agotamiento, pero Manuel, en realidad, murió de verano, de viento noroeste, de Verde veronese, de blanco de plata, de amarillo de Nápoles y de violeta de cobalto.

 

 

 

FANCHO      

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Felicidades y suerte, Francho.

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante la historia, mágica...

    ResponderEliminar
  3. Preciosa historia y mejor final. Además de muy didáctica, hemos aprendido geografía y nombres de colores imposibles. Enhorabuena!!

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado, Fancho. Te deseo mucha suerte.

    ResponderEliminar