miércoles, 23 de mayo de 2012

La especie elegida.


De pequeño solía matar pollitos, son unos animales muy tontos. Mamá me los compraba y yo inventaba mil formas para acabar con ellos. La mejor, fue la vez que hice un “paso de pollitos” y derrapé con mi coche a pedales a toda velocidad justo encima de ellos.
Mamá estaba preocupada. El Doctor Barragán, le había dicho que era normal, que los niños no saben lo que hacen, que no distinguen entre el bien y el mal, que para mí sólo se trataba de un juego, el juego de la especie más fuerte, la especie elegida. El doctor, recomendó a Mamá, que me comprara animales más grandes para superar esa etapa de identidad agresiva, o algo así.
Pigüi, era un conejo gris con el rabo blanco, nos hicimos amigos enseguida. Sus ojillos rojos asustaban a mi hermana Rocío. Su nariz, siempre moviéndose, me divertía. Pigüi pesaba dos kilos y pico cuando dejó de patalear teniéndolo agarrado de las orejas, el día que quise averiguar lo elástico que era. Mamá se puso como loca. Aquel domingo, Papá, hizo una paella riquísima, mamá, no probó ni un bocado.
Cuando me regalaron a “Gizmo”, dijeron que iba a ser mi última oportunidad. En la foto me veis con él, mi padre, la sacó mientras yo le explicaba a "Gizmo" que no tenía nada que temer, que un gato tiene siete vidas, que los gatos siempre caen de pie, que sólo vivíamos en un quinto. "Gizmo", sabía escuchar, era un gato muy listo. Un día se fue por la noche y nunca regresó. Esta vez yo no tuve la culpa.
Con el tiempo, me convertí en lo que soy: el mejor cirujano torácico de España. Ya no rompo animales, ahora me toca arreglarlos.

19 comentarios:

  1. ¡Guau,(o miau)genial, Fernando. Me ha encantado el giro que le has dado con ese final.

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    1. Gracias Amparo, pensé en matarlos a todos, pero para eso ya tenemos a Wis.

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  2. Buen cambio el de tu personaje aunque yo no sé si me pondría en sus manos para una operación. Buen relato, Fernando.

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    1. Lucrecia, tengo que confesarte que fui así de pequeño, pero ya sabes que no acabé siendo cirujano. Todo se cura.

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  3. Es fantástico, Fer. El final es lo que "no me gusta" (entre comillas porque no es cierto), jajajajaja. Tú lo acabas bien, yo no lo hubiera hecho... y lo sabes

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  4. Muy bueno, con ese inesperado giro final, pensaba que el siguiente sería algún animal racional.

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    1. Si te das cuenta Malén, mi protagonista tiene complejo de Dios, a los humanos los llama animales.

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  5. jajajajajajaja. Me ha gustado todo y lo de "Gizmo sabía escuchar...", jajajajaja, acongojado desapareció más rápido que un helado en verano. Además, jajajajaja, yo también de niño fuí científico. Me gusta el inicio que parece una confesión en toda regla, jajajaja. Muy bueno Fernando.

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    1. Gracias José Luis. Es una confesión en toda regla y el relato es bastante autobiográfico. En realidad a Pigüi lo maté a collejas y Gizmo saltó por la ventana y se escapó vivo. Mi madre dice que maté a más de 20 pollitos.

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  6. Muy buen relato. Menos mal que al final lo arreglas! Vaya tela de niño!

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  7. Genial, me atrapó en la primera línea y ya no me soltó hasta la última, como debe ser.
    Muy bien condimentado: humor con un toque macabro y un giro final inesperado.
    Enhorabuena.

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  8. La madre que te trajo!!!! Q niño más malísimo!!!!!!!!!!!! Muy bueno, Fernando, como siempre me has sorprendido y me ha encantado!!!

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    1. Yo era así, Lara y no hay noche que no escuche sus pio pios, esa es mi penitencia.

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  9. Jajajaja... humor negro, divertimento, sorpresa final. ¡Qué bueno poder reír al leerte!

    De pequeña, confieso que yo también maté a un pollito, pero fue accidental. Quería que saliera de detrás de la nevera y no se me ocurrió otra cosa mas que darle con el rabo de la escoba. El golpe fue fatal. Desde entonces, no soporto a los pollitos y a las gallinas. Desde entonces, también pienso que son muy tontos.

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  10. Buen giro el de la historia, sí, señor, no me lo esperaba y me gusta.
    por cierto, Fernando...estarías en búsqueda y captura por la Protectora de animales, jejejejeje.

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    1. Aún lo estoy, Manuel, soy un prófugo del SEPRONA, el enemigo público Nº 1 para Green peace.

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