sábado, 28 de febrero de 2015

El caloret de mi prima Merche




Mi tío Pepe era Fallero. Así, con mayúsculas. Cuando hace años se presentó a las elecciones municipales de su pueblo  sus compañeros de candidatura indicaban debajo de su foto su profesión: Funcionario, mecánico, contable, etc. Pero mi tío Pepe, aunque era un reputado ebanista, que recibía encargos de toda la comarca, no quiso que se escribiera otra cosa que no fuera Fallero.
En la asamblea fundacional de la Falla de la Plaza, fue elegido por unanimidad Primer Presidente. Y mi prima Merche, con 9 años, fue elegida Fallera Mayor Infantil.
Pero el año de gloria llegaba ahora, cuando con 17 años fue proclamada Fallera Mayor.
Mi tío Pepe y mi tía Amparo recorrieron las principales tiendas de Valencia para proveer a su hija de los mejores trajes. Este para las mañanas, éste para las tardes. Estos zapatos para los desfiles, estos otros para los actos en el Casal. Complementos, abalorios, nada era suficientemente bueno para la “niña”.
Como todo tiene un límite monetario, mi tío Pepe se quedó corto. Tuvo que pedir a su amigo Sebastián, el de la Caja, que le concediera un préstamo para poder pagar tanto dispendio. Ni qué decir tiene que Sebastián era amigo, pero también banquero. El préstamo le costó a mi tío 7 años de gravosas cuotas mensuales. Pero ésta es otra historia…
Volvamos a los actos correspondientes al Reinado de mi prima Merche. Después de la brillante proclamación, llegó la noche de la “cridá”. En el balcón del Ayuntamiento de su pueblo, rodeados de las máximas autoridades locales, Alcalde, Concejal de Fiestas, Señor Cura y Cabo de la Policía Municipal, mi tío y mi prima no cabían en sí de orgullo y satisfacción.
Después del discurso del Sr. Alcalde, quien en un perfecto castellano de Valladolid, glosó las excelencias de nuestro Idioma Valenciano, la Belleza de las Labradoras Valencianas, y emocionó a su auditorio con sus referencias a las Rosas, al Olor y al Color, le tocó el turno a la Fallera Mayor. 
Un poco nerviosa, la verdad, se acercó al micrófono. Con el dedo índice lo probó  tres veces: Toc, toc, toc. Y pegando sus labios al micro pronunció las tres palabras que iban a suponer la desgracia fallera de su padre y la vergüenza y el oprobio para toda nuestra familia. Alto y claro dijo:  Visca el Barça !



5 comentarios:

  1. Has salido por donde menos me esperaba. Muy bueno!!!

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  2. Está claro que en estos actos... uno/una se queda en "blanco" y sale el subconsciente.

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  3. Ahhh, pregunto ¿Es que no se puede ser fallero y del barça al mismo tiempo? ¿Qué tiene que ver el futbol con mis pétalos? En fin, muy bueno :)

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  4. Ja ja ja Una buena salida. Siempre hay alguna inconveniencia más gorda.

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