El primer rayo de sol que entra por la ventana ilumina el
rincón de la casa donde se ha refugiado.
Un sucio calendario en la pared le recuerda que hoy es 25 de diciembre.
Con un nudo cierra la bolsa de plástico con los restos de la
cena de anoche: dos manzanas, una caja de galletas, y un cartón de vino que le
dieron en la puerta del súper.
Escribe el mensaje con un rotulador. Confía en llegar al
corazón de la gente que acude a misa ese día.
Apostado junto a la iglesia, ve llegar a una señora mayor,
de las de abrigo de piel, guantes y bastón, acompañada de su chófer.
Al pasar a su lado, extiende hacia él una mano vacía y le
señala el cartón:
- Pero hombre de Dios, qué barbaridad, "halluda"
se escribe sin H y con Y griega; y "por fabor" se escribe con V ! Qué
torpe es usted, así no llegará a ninguna parte !
Y dirigiendo el bastón hacia la puerta de entrada, le dice
al chófer:
- Venancio, ayúdame por favor, no me quiero perder el
Evangelio.
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