lunes, 18 de mayo de 2015

Las Modelos



Se habían escogido como marco los  principales  vertederos de Nueva Delhi. Daban mucho juego visual. En la ciudad se mezclaban las coloridas telas de las gentes, el tráfico colapsado de vehículos y seres, y  el entramado de cables cruzando sus calles, limitando la visión de un supuesto cielo ya de por sí contaminado por la industria y los gases de los escapes. Pero sin duda, el mejor efecto publicitario  iban a ser sus vertederos. Plenos de colorido, sus desechos denotaban  el gusto policromático de su gente.
El hedor ambiental no era etéreo. Parecía una sopa en la cual en  lugar de nadar  se caminaba a través de ella.
Los camiones dejaban caer su carga. Junto a ellos, hombres, mujeres, animales y niños. Todos revolviendo la basura buscando entre los restos, aquellos que pudieran ser recuperados o transformados. Desde la lata de aluminio, hasta el trozo de cable de cobre que aparece en medio de la podredumbre de la carne mezclada con  espinas y papillas con hongos. Papeles, restos de telas, objetos inservibles ya antes de su destino en el vertedero. Todo parece ser moneda de trueque para el sistema. Unos buscando entre los barros de una mina a cielo abierto. Estos,  en la podredumbre de un incontrolado vertedero.
Con mirada de sorpresa, desconcertados, los harapientos seres detienen su tarea. Los transportistas sus camiones. Entre olores y calores, el ruido ensordecedor de las aspas de tres helicópteros que van descendiendo hasta llegar a aterrizar en un espacio plano y abierto. De uno ellos salen de forma muy rápida y perimetrando el área, uniformados y armados, los equipos de seguridad. Su misión: mantener aislada la zona evitando la proximidad de los recolectores. Del otro, se desplaza personal de apoyo técnico que tiende una serie de escalones flotantes sobre la basura de uno de tantos montículos, además de  aquellos que ya se mueven con cámaras para captar las imágenes. Por último, descienden las afamadas modelos conocidas por las revistas internacionales, publicidades y demás, impecablemente vestidas con los modelos  de la próxima temporada. Todos con mascarillas aislantes a causa de la insoportable pestilencia.
Las modelos son acompañadas, facilitándoles la subida por los peldaños de la improvisada escalera, situándolas en posición. Listos para obtener las imágenes, les  dan la señal de quitarse las mascarillas. Con cada inspiración, el rostro se les va transfigurando. En unos minutos no  pueden contener su estómago y los vómitos producen un efecto de contagio. Los disparos de las cámaras así como la grabación no se interrumpen. Mareadas, pálidas, casi pétreas, con los vestidos salpicados por los jugos gástricos, retornan con ayuda a los helicópteros.
Los buscadores de las minas de basurales continúan su tarea de supervivencia. Los camiones se marchan.
Lejano es el ruido en el cielo.
La nueva campaña de “BEN-TONTON” aparecerá en todo tipo de anuncios y cortes publicitarios. El siglo XXI necesita  emociones de impacto.  Un toque de normalidad en las fiestas de botellones y borracheras juveniles con algunas ropas manchadas por el  vómito. Las modelos no fallaron, ni su caché tampoco.
Fue todo un éxito.



3 comentarios:

  1. Excelente relato. Tremendas imágenes de una realidad brutal utilizada para el espectáculo. La sociedad actual ya tiene su lema: Todo por el consumo.

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  2. A mi también me parece excelente el relato, pero con una realidad terrible. ¿Todos nos adaptamos a "todo"? Publicidad, mentiras, corrupción aceptada y palmeada ....?

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  3. Tremendo relato, Jorge. Felicidades!!!

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