viernes, 31 de enero de 2014

Mark & Henry


El metro de las 10:00 de la mañana se acababa de marchar y él pudo sentirlo bajo sus pies. El olor a café recién hecho inundaba cada rincón de aquella ancha y poblada calle que partía el corazón de la ciudad en dos. A pesar de los 12 grados en el ambiente, él vestía un pantalón largo que había visto tiempos mejores y una camiseta de los beatles con un par de rasguños que le quitaban protagonismo a la cara de Ringo. La sacó de la vieja funda, pasó sus dedos por el rasguño que tenía cerca del puente y se la colocó en posición. Unos cuantos armónicos y estaba lista, deslizó sus dedos por las cuerdas mientras cerraba los ojos y se tomó su tiempo. Cuando volvió en sí, miró el sombrero vacío y esbozó una sonrisa tan amplia que podría atravesar el mundo de punta a punta...
... El metro de las 10:00 de la mañana acababa de marcharse y él pudo sentirlo bajo sus pies. Ya tenía la guitarra afinada y era el momento de comenzar a tocar. Era su primer día en aquel lugar y estaba algo nervioso, así que decidió tocar una versión más o menos conocida para entrar en calor y coger confianza, colocó su vaso frente a él y mientras colocaba sus dedos en el Do mayor para comenzar a tocar "Have you ever seen the rain" una voz lo interrumpió.
–¿Have you ever seen the rain quizás?
Mark levantó la mirada y observó al individuo.
–No es que le pase nada a la canción, al revés, es de mis favoritas, pero está muy trillada por aquí, la toco casi a diario, lo que debería de darte una pista.
–¿Una pista?
–Si, una pista de que te has sentado en mi sitio.
Casi al instante quitó su mano del mástil y agarró la funda para guardar la guitarra al mismo tiempo que se levantaba.
–¡lo siento! de verdad, no sabía que...
–No, no te preocupes, no pasa nada, le puede pasar a cualquiera. _Añadió el individuo.
Mark se colgó la guitarra al hombro, agarró su vaso vacío y comenzó a caminar, pero no le dio tiempo a dar más de dos pasos.
–¡Hey! _Gritó el desconocido_. Ven aquí.
Se dio media vuelta, confuso.
–Dime.
–No te vayas. Compartamos sitio hoy. Pon tu vaso y yo pondré el mío, que la gente decida a quien echarle dinero ¿te parece? Estoy algo cansado de estar solo. Me llamo Henry. _Dijo extendiéndole su mano.
–Mark. _Dijo repitiendo gesto.
–Es un placer Mark, siéntate, estás en tu casa.
A las 12:00 del mediodía, se habían parado a observar más personas de lo que Henry recordaba en bastante tiempo. Echo un vistazo rápido, y aunque él tenía notablemente más monedas en su vaso, el del novato no andaba demasiado lejos. Una mujer se paró frente a ellos, los observó un instante y, no sin dudar, se acercó al vaso de Mark y echó dos monedas. Cuando Henry terminó de tocar una canción, se quedó brevemente observándolo, y cuando este terminó de tocar le dijo.
–Vamos Mark, ¡toquemos juntos!
Y comenzó a tocar una serie de acordes con fraseados limpios y rápidos. Mark cogió el hilo rápido y las dos guitarras se fusionaron prácticamente solas. Henry comenzó a cantar y a Mark se le heló la sangre. Era una de las voces más increíbles que había escuchado nunca. A los veinte minutos, no cabían más monedas en ninguno de los dos vasos, así que Henry sacó de la funda un sombrero, lo puso en medio, y vació los dos vasos en él. Mark, aunque no paró de tocar, lo miró extrañado. Un guiño y una sonrisa de Henry fue toda la respuesta que obtuvo.
Dos meses después, toda la calle los conocía como Mark & Henry y para los turistas era parada casi obligada. Dormían en el mismo albergue, compartían dinero, comida y bebida, prácticamente inseparables. En las mañanas frías, cuando el tiempo no acompañaba demasiado, Henry solía mirar el sombrero, y cuando veía algo más de 3 o 4 monedas, lo agitaba y decía sonriendo.
–Hoy es nuestro día Marky. Hoy seremos millonarios.
Una fría mañana de un 20 de octubre de 1982, mientras tocaban, un señor trajeado se paró frente a ellos, esperó a que acabasen, se acercó y se puso en cuclillas.
–¿Qué hacéis aquí?
–Ganarnos la vida, caballero. _Respondió Henry.
–¿Cómo se llama esa canción?
Ambos se miraron brevemente y Mark tomó la delantera.
–Hope, se llama hope.
–Hope ¿eh? Pues es muy buena, demasiado diría yo. _Apuntó el extraño.
–Muchas gracias amigo, igual podría confirmar su gratitud verbal con algún gesto físico, no sé si me entiende. _Dijo Henry torciendo una sonrisa pícara y apuntando al sombrero.
–¡Oh!, por supuesto. _El extraño depositó dos monedas en el sombrero_. Pero, ¿y si le digo que igual mi gratitud va mas allá?
Henry lo miró fijamente.
–Hace tiempo que no vemos un billete ¿eh Marky? Pero si se refiere a otra cosa, disculpe pero no es mí tipo, ¿És el tuyo? _Le dijo a Mark.
–No, desde luego que no. _Contestó riéndose.
–No, tampoco eres su tipo, lo sentimos. _Pero al acabar la frase, Henry quedó sorprendido. El extraño se estaba riendo, y lo hacía de verdad, sin sarcasmo.
–Roger. _Dijo alargando el brazo.
_Yo soy Henry y él es Mark, uno de los mejores guitarristas que he conocido.
–Encantado Mark.
Roger resultó ser una de esas personas con dos empresas prolíficas, miles de trabajadores a su cargo, felizmente casado y enamorado de sus dos hijos, amante de la música desde que era un niño pero con una infelicidad personal abundante unida a la frustración de no haber dedicado tiempo a la música como pasión personal. Mientras los veía tocar, se notaba que disfrutaba y los envidiaba de manera sana a partes iguales, por el arte que desprendían y por esa facilidad para crear música.
Tardó exactamente dos semanas y media en conseguir que grabaran 5 temas en un estudio de grabación para un EP y todo corrió de su cuenta. Un montón de papeles detalladamente explicados por Roger, un par de apretones de manos de más y al mes estaban sonando por la radio, eran número uno en lista, estaban tocando en todos los bares importantes de la ciudad y tenían a la vista una gira por el país.
–Me cago en la puta, esto es increíble. _Dijo Roger.
–¿Increíble? esto lo has hecho tú tío, no sabemos como agradecértelo. _Mark levantó su cerveza, miró a Henry y brindaron los tres.
–Mark, creo que decirte que te quedaras conmigo aquel día ha sido una de las mejores decisiones de mi vida, quiero que lo sepas tío, eres el músico más increíble que he conocido. _Henry levantó su cerveza por segunda vez, pero Mark le bajo el brazo y le dio un abrazo.
Roger se levantó, echó una moneda en el jukebox y puso have you ever seen the rain, los miró y les hizo una señal con el dedo pulgar.
Al año siguiente, después de dos exitosas giras, cientos de entrevistas en revistas del gremio, apariciones en televisión, dos discos grabados y en mitad de la gira del tercero, Mark & Henry estaban en la cima. La gente los paraba por la calle, les pedían fotos, autógrafos, besos, querían tocarlos, abrazarlos, jamás habrían imaginado eso cuando estuvieron tanto tiempo en la calle y eran casi ignorados por la mayoría de las personas que veían caminar cada día hacia sus respectivas obligaciones sumidas en una infelicidad que saltaba a la vista.
La noche antes de uno de los conciertos más importantes de esa gira, llovía con intensidad. Henry había estado todo el día fuera y Mark había pasado el día en la terraza de la habitación de hotel contemplando el horizonte y analizando lo que había cambiado su vida, casi ni se lo creía. Cuando volvió dentro, se tumbó en la cama, apagó la luz y se quedó dormido mientras sonaba Atlantic.
Todo estaba listo. La gente coreaba fuera a pleno pulmón la letra de hope. Cada vez que eso sucedía, que era muy a menudo, ambos sonreían mientras afinaban, pero esa noche algo iba distinto. Henry estaba algo decaído.
–¡Hey Henry! ¿Qué te pasa tío?
–Nada, no te preocupes, demasiado alcohol anoche. _Dijo sonriendo y guiñando un ojo.
Un rato después, el público estaba vibrando con el concierto en aquella sala de no más de 100 personas.

"Un acústico impecable, el cielo musical"
The royal music.
"Dos grandes guitarristas y una voz legendaria"
Mighty note.
"Lo mejor que he tenido el honor de presenciar en demasiado tiempo"
Life´s music.

Y así un centenar de críticas de todos los medios musicales que ponían por las nubes a los dos músicos. Roger, por temas de trabajo, no podía estar demasiado con ellos en esta última gira, pero hablaba con ellos muy a menudo.
–No ha llamado Roger, es extraño. _Dijo Mark.
–Si, algo extraño si. Quería comentarte algo.
–Claro, dispara.
Henry bajó la mirada brevemente, y cuando estuvo listo, miró a Mark a los ojos.
–He hecho algo a tus espaldas que puede que no te guste.
Mark se quedó helado.
–He estado en papeleos con la discográfica, con el registro de autores y con todo lo relacionado con nuestras obras, y quería decirte que...
–¡No!, Henry, si es lo que creo que es, no lo digas por favor, creía que estábamos juntos en esto, creí que éramos uno, no joder, ¡somos uno!, no puedo creer que...
–Me muero Marky.
En ese instante todo se quedó en pausa. Mark no sabía qué hacer, qué decir, simplemente miraba a los ojos a Henry mientras los suyos comenzaban a humedecerse.
–He firmado aproximadamente 300 papeles, ya sabes como son estos para las cosas legales, una verdadera pesadilla, he tenido que estar ocultándote mis idas y venidas y mis viajes a ver a mi hermana, que por cierto no existe. _Aclaró riéndose_. Y muchas más cosas que no te contaré porque tenemos que salir a tocar pero, solo quiero que sepas que está todo a tu nombre, eres el poseedor de todo lo que tú y yo hemos creado. Por supuesto lo hablé antes con Roger, y él estuvo totalmente de acuerdo, me costó muchísimo que no abriera la boca, pero lo mantuve firmemente amenazado, ya sabes que tengo un gancho de derecha que más quisieran algunos, pero te juro que es el acto con más seguridad y decisión que he hecho en toda mi vida. He sido muy feliz contigo como músico, amigo y hermano, más feliz que todos los años anteriores de mi vida. Y no te negaré que echo de menos los tiempos en que éramos tu, yo y el sombrero. La calle era nuestra.
Aquella noche fue, posiblemente, el mejor concierto que habían dado en toda su existencia.

"Jamás volveré a ver nada igual, de eso estoy seguro"
Rock masters.
"Henry es una leyenda, es la única voz que te llega al corazón sin que te des cuenta"
Wave nation.
"Donde quiera que hayas ido, sigue cantando, hazlo por nosotros"
The music anthem.

Aquella misma noche, 4 horas después del concierto, Henry se puso muy enfermo. La sala del hospital nunca había sido tan fría. Mark permaneció sentado junto a la cama incontables horas.
–Marky, no tienes por qué estar aquí, eres muy pesado. _Sonreía Henry_. Pero ya que no voy a poder echarte, haz algo útil y dame mi guitarra.
Casi no se podía mover, pero la sostuvo todo lo bien que pudo con la ayuda de Mark. Le pidió una llave y comenzó a gastar sus últimas fuerzas en hacer un rasguño cerca del puente donde, no sin mucho esfuerzo, consiguió poner "Henry & Mark".
–Nunca entendí por qué ponían tu nombre antes que el mío, soy muchísimo mejor que tú con los ojos cerrados, así que toma, quédatela, pero hazme solo un favor, tócala, y no hace falta que pienses en mí, solo tócala. Has nacido para esto, y ya que algunos no vamos a durar mucho en este mundo, hazlo por los dos. –Y aquella fue la última sonrisa que compartieron juntos.
Algunos enfermeros y médicos cuentan que no se atrevieron a entrar en la habitación durante horas. Mark permaneció llorando encima de Henry horas y horas. Cuando se levantó, cogió la guitarra, la afinó en segundos, se puso erguido y comenzó a tocar la canción preferida de Henry, Into my arms.
Meses después, Mark había fundado una academia de guitarra a la que llamó Henry´s soul. Gran parte del dinero que ganaba lo destinaba a la lucha contra el cáncer y a comedores para personas sin hogar. Pasaba parte de sus días buscando a músicos callejeros junto a Roger para darles la oportunidad que le dieron a ellos, aunque nunca hacía nada de estas cosas por la mañana, porque...
... Se sentaba en aquella calle donde comenzó todo. El metro de las 10:00 de la mañana se marchaba y él podía sentirlo bajo sus pies cada mañana. La sacó de la vieja funda, pasó sus dedos por el rasguño que tenía cerca del puente y se la colocó en posición. Miró el sombrero vacío y esbozó una sonrisa tan amplia que podría atravesar el mundo de punta a punta, alargó su brazo y lo agitó.
–Hoy es nuestro día Marky. Hoy seremos millonarios.

2 comentarios:

  1. Excepcional cuento, Pumu. Compañero y amigo, sabes cómo conmover y con esta historia te pasas tres pueblos. A propósito, Into my arms es una de mis canciones preferidas de Nick Cave, junto con Where the wild roses grow y Death is not the end (ésta también hubiera sido perfecta para esta historia). Gracias por este regalo.

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  2. Muchas gracias Rafa. Tengo que agradecerte por cada medio en el que me comentas porque me haces sentir a veces escritor, y eso es increíble. La historia la he escrito desde el corazón, creo que se nota mucho ese aspecto.
    Gracias a ti por leerlo y apreciarlo de una manera que va mas allá del análisis técnico.

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