martes, 7 de enero de 2014

El cumpleaños




¡Cuánto tardan! pensaba Felisa sentada a una de las preciosas mesas que habían instalado, con todo lujo de detalles a las afueras del pueblo, para celebrar sus cien años. Era la persona más longeva de la localidad y se habían esmerado en preparar un gran banquete. Los manteles de lino blanquísimo, descansaban junto a las sillas forradas de la misma tela; las copas de Bohemia esperaban sedientas los colores y aromas de los vinos de reserva, mientras los platos prometían una delicia de jamón ibérico, quesos de la tierra, perdices encebolladas y demás manjares dispuestos para la ocasión. ¡Cuánto tardan! volvió a exclamar para sus adentros la feliz anciana, mientras su nieta Ángela, sentada en su lecho, cerraba sus párpados ya sin vida con una suave caricia.

11 comentarios:

  1. Triste pero muy bonito. Sigue así, como ya nos tenías acostumbrados...

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  2. Excelente. Además, tendré que probar las perdices encebolladas, suena rico rico y con fundamento... Ja ja ja. De verdad: un micro genial, Lu.

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    1. Gracias, Rafa. Las perdices encebolladas están exquisitas pero esa es otra historia. Un abrazo.

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  3. Por supuesto, pero también literalmente!!

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  4. Entiendo que ese banquete que me ha hecho sufrir, simboliza la partida de la anciana hacia el más allá ¿no? Eso he entendido, aunque un viernes y a estas horas... puede ser cualquier otra cosa, en cualquier caso, me ha gustado.
    Un abrazo.

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    1. Para mí no es un símbolo, es el último sueño de una vitalista. Gracias, Yolanda. Un abrazo.

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  5. Una buena despedida, solitaria como todas, pero engalanada. Muy evocador.

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