martes, 4 de septiembre de 2012

La mirada

Aquella mano acarició su hombro, pétreo y frío. Ya no sentía el tacto de los dedos en su piel, ya no podría bailar, ni reír, ni llorar. Tan solo recordar. Su mente era lo único que no se había llegado a petrificar, era el engaño de los dioses al deseo de permanecer inmortal. Zeus la miró con soberbia y le prometió que le otorgaría el don de la inmortalidad. Lo último que vieron sus ojos, chispeantes y llenos de emoción, fue el rostro de la Górgona llamada Medusa.

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