domingo, 29 de abril de 2012

TODO ES NORTE

Era mayo en el cielo y ni sombra del sol. La primavera había avanzado como esas gotas de agua encerradas que creen saltar los muros de cristal de una clepsidra. El camino recorrido fue inútil, era como andar sobre la nieve y no dejar huella.
Nieve. Casi siempre es hermosa, pero cuando han caído veinte nevadas consecutivas fuera de tiempo y lugar, su hermosura se torna en algo habitual, su elegancia se desvanece.
El bosque no estaba preparado para el frío primaveral, los hongos no salieron, las yemas no brotaron, las hojas de los árboles no vistieron al invierno desnudo y éste se negó a terminar con su letargo por pura vergüenza.
Al principio, los que hablaban a través de las ondas, empezaron a dar forma al concepto de la tercera glaciación. Un enfriamiento global, planetario, dijeron. Pero todas esas palabras se quedaron heladas en el aire, como los cables que las trasportaban, como los satélites que las dirigían, como las voces que las narraban,... Y el mundo se congeló.

Han pasado doce años, el blanco ha ganado la batalla al color, la humanidad está ciega. Si quieres ver el carmesí de una rosa, tienes que cerrar los ojos y buscarlo en tus recuerdos o encontrarlo en frías imágenes de archivo. El sol ya no nos pertenece, ha debido trazar su elípse en dirección a otros cielos con atmósferas menos crueles. Los cuatro puntos cardinales se han fundido en uno. Todo es norte.
Hoy he salido con mi cámara a fotografiar el paisaje monótono del trocito de tierra en el que me ha tocado vivir. Hacía más de diez años que no disparaba fotos policromáticas, ¿para qué, si todo es blanco nieve y negro desolación?, pero, algo más poderoso que la desidia, me ha hecho salir a buscar el color y ahora, mientras reviso, retoco y manipulo las fotografías en mi ordenador, la de un lago helado con un tronco seco en mitad de la composición, ha captado mi atención como una llamada de auxilio infantil. Aumento la imagen central hasta descomponerla en enormes píxeles dalinianos y entre todos los cuadraditos negros y blancos que aparecen en la pantalla, descubro una nota de color. Aíslo el detalle, lo baño de nitidez, defino al máximo esa parte de la fotografía y nace el milagro. Se trata de un brote, tres diminutas hojas de un verde esperanza han ganado la batalla al frío sobre el lecho inánime de un tronco congelado. La vida se abre camino. La primavera ha vuelto. El sur está más cerca.

12 comentarios:

  1. Que bonito Fernando, al final la vida gana la batalla.
    Creo, en mi modesta opinión que en la frase,"al invierno desnudo y éste se negó a acabar con su letargo por pura vergüenza". Sobra la "a" acabar...

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    1. Tienes razón Fina, ya lo he cambiado por algo que suena mejor. Gracias.

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  2. ¡Precioso relato, Fernando! Y pensar que la foto, a pesar de ser muy bonita, a mí no me consigue inspirar nada. Me lo tendré que currar más. Bien narrado, consigues transmitir y eso, ya es...

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  3. La idea de tu relato me parece fantástica. Por momentos, como en esta frase, me ha recordado al mundo cruento y deshumanizado de Farenheit 451 de Ray Bradbury, donde las personas viven en las "paredes pantalla" de sus casas una realidad impostada:

    "Si quieres ver el carmesí de una rosa, tienes que cerrar los ojos y buscarlo en tus recuerdos o encontrarlo en las frías imágenes de archivo."

    También me gusta que al final haya un atisbo para la esperanza, que la vida desafíe la tercera glaciación y se abra paso.

    Si me permites, echaría un ojo a:

    "gotas de agua encerrada" (falta una s)

    "se quedaron congeladas en el aire, ... Y el mundo se congeló." (¿Y el mundo se paralizó? para evitar la repetición de "congelar")

    ¡Buen texto, Fernando!

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    1. Muchas gracias Geli por compararme con Bradbury, me encanta "Farenheit 451", tue correcciones siempre las tengo en cuenta porque ves cositas que el padre de la criatura es incapaz de ver.

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  4. Buen relato, Fernando. Me encanta el ritmo que tiene, es muy agradable de leer y está muy bien estructurado. Me gusta el detalle final, la vida brotando...pese a todo.

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    1. Gracias Manuel, ha sido un relato que me ha salido solo tras pasar tres semanas seguidas de lluvia en el norte de España.

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  5. A mi me ha gustado mucho también esa poética desolación con un final abierto a la esperanza.

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  6. Eso es lo que es vivir en el norte cuando llueve, una poética desolación.

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  7. Me ha gustado mucho cómo describes la angustia de vivir en un mundo sin color, al final el color verde representa lo que todos ya sabemos. Muy bueno!!

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  8. Es brutal y desolador. Solo lo matizas con esa breve esperanza de un brote verde. Genial como siempre.

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    1. Wis, soy un blando, para ti haré otro final en el que el tronco se descompone, se hunde en el lago y arrastra con él al fotógrafo hasta el fondo.

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