martes, 17 de abril de 2012

Cierta tristeza




Lloraba tanto y tanto que sus ojos eran dos cuencas fluviales imparables. Sus vecinos aprovechaban la llantina que le solía venir cuatro veces al año para regar sus huertos siempre verdes. Las propiedades curativas de los vasos de lágrimas de sus ojos eran conocidas en toda la comarca. Al principio, Marlene lloraba sin parar y por cualquier cosa que la conmoviera, y con lo difícil que estaba el mundo, este ocupaba el centro continuo de su  llanto. No dejaban que escuchara las noticias ni que leyera el diario. Los niños le llevaban sus juguetes, le hacían carantoñas y arrumacos, pero nada servía para consolarla, su pena era inconmensurable. Lloraba de día y de noche. Un día,  sus ojos se secaron durante un breve tiempo y con ellos el verdor de los campos del valle donde vivía. Todo se volvió gris y sombrío y le causó tal tristeza, que  sus ojos se anegaron, el río volvió a su cauce y su vida, por fin, cobró sentido.

8 comentarios:

  1. Esta foto es difícil pero has sabido sacarle partido. Muy bien, Maga, me ha gustado mucho. Ya, deberes sin tregua toda las semanas que luego llega el verano y nos perdemos.

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  2. ¡Bien hecho, Malén! Uf, es cierto, la foto me parece difícil. A ver si me voy inspirando...

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  3. Malén, dudo al interpretar este texto, ¿cuando ella está triste, los demás son felices? Perdona mi torpeza. Un abrazo.

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  4. Tendré que preguntárselo, Dori, no tengo ni idea, los demás van a la suya.

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  5. Menos mal que al final su vida cobra sentido. Muy bien Malén

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  6. ¿de quien es la fot? y ¿como se lla?

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  7. Años después, pero amé este relato.

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