Lucrecia me dijo que se llamaba Paco y que
era el presentador. Nos dimos un beso, me pareció simpático y jovial. Me
aburren esas presentaciones en las que, un señor, vestido con traje de chaqueta
y aire taciturno, dándoselas de intelectual, se dedica a dormir a los
asistentes contando la vida del escritor, en este caso escritores. Paco, por el
contrario, consiguió hacernos olvidar la desafortunada intervención del
presidente de la sala. Desde su posición, cercana a todos, comenzó a hablarnos
del día que conoció a Lucrecia. No sé si era Leocadia, quien nos hacía gestos
de negación con las manos. Pero todos sabíamos que no era lo que contaba lo más importante, sino cómo lo contaba. Con nuestro libro en la mano, nos
habló de los personajes y de los lugares que habitaban, de si hacía frío o
pasaba un tren, de la nieve y de la lluvia y así…me sumergí en el mejor sueño
de mi vida…mi relato había sido publicado.
Oh que bonito. Sentirte agusto con las personas que te rodean, aunque no las conozcas, siempre es un placer.
ResponderEliminarSí, Fina, así es y me siento muy bien con todos vosotros. Un abrazo
EliminarPrecioso Amparo.Has puesto en palabras sentimientos que allí tuvimos,yo creo que todos.Muy sencillo y directo.
ResponderEliminarMuy bien Amparo, realmente fue así.
ResponderEliminarMuy bien Amparo, esa es la hermosa verdad, ahora vamos a cumplir otro sueño.
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