domingo, 16 de diciembre de 2012

EL HOMBRE DEL BLOC VERDE


Ignoro en qué estación subió, pero apenas se sentó enfrente no pude dejar de observar a aquel sujeto. Tendría treinta y pocos años, vestía informal: cazadora de algodón gris parcheada por innumerables bolsillos, cerrada mediante una cremallera hasta el mismo cuello, vaqueros y zapatos marrones descuidadamente sucios. Quizás fueron los cascos de color morado a través de los cuales debía estar escuchando música los que captaron inicialmente mi atención; el tipo llevaba además un paraguas a cuadros de tamaño familiar, a pesar de que ni iba acompañado ni la noche amenazaba lluvia. De uno de los compartimentos de la mochila que asimismo portaba extrajo un pequeño bloc de notas con la tapa verde, en el que empezó a escribir compulsivamente. Parecía estar apurando las últimas hojas, lo cual invitaba a entender que trabajaba sobre un anterior manuscrito. En determinados instantes se quedaba pensativo, ajeno a todo, buscando en el techo del vagón alguna expresión tras cuyo hallazgo reanudaba la tarea. Me azoré al percibir que no podía separar mis ojos de aquel individuo y su frenética actividad intelectual. Y aunque primero sentí profundos celos del pasajero que al lado del escribano miraba más o menos disimuladamente la libreta y el contenido a su alcance, pues yo también hubiera deseado poder echar una ojeada a aquello, luego comprendí que quien verdaderamente me producía envidia era el hombre del bloc y el bolígrafo, el hábil artesano de las palabras que navegaba en el metro delante de mí pariendo frases con la mayor naturalidad, construyendo un secreto mundo de sensaciones.

14 comentarios:

  1. Bien por esa envidia sana, parece que finalmente has adquirido esa cualidad del hombre del bloc. Felicidades.

    ResponderEliminar
  2. Lucrecia, esto que relato me pasó realmente ayer noche, viniendo en Metro del Aeropuerto. Se busca al hombre del bloc verde y los cascos morados.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si lo encuentras, dile que se apunte a Valencia escribe.

      Eliminar
  3. No te fíes Rafa, tú sigue con tus costumbres, existe gente muy rarita en el metro, autobuses, trenes... Quizá escribía algún mantra para relejarse o algún castigo autoimpuesto...ja,ja... Me ha gustado mucho.

    ResponderEliminar
  4. Has aprovechado muy bien ese instante en el metro para construir un relato ameno y bien escrito. A veces cualquier pequeño suceso cotidiano nos puede servir para escribir bien sin necesidad de esperar a "las musas". Bien hecho, Rafa.

    ResponderEliminar
  5. Muy interesante el tipo, pero seguro que tu relato lo supera!!

    ResponderEliminar
  6. Ufff, que bueno, dejas que nuestra imaginación vuele. Yo me imagino un compulsivo hombre, que ha perdido un negocio, al que le ha embargado el banco, y que va a ver a su abogado, y en el bloc verde está escribiendo sus últimas voluntades.... (Wiss es así Rafa, ya la perdonarás, jajjaj)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jolín, Wiss, vaya imaginación la tuya... prodigiosa, diría yo.

      Eliminar
  7. Muy bueno Rafa, interesante y ameno. A Wis ya la conecerás, ya jajajaja es un poco malota pero es buena gente. Yo pienso mas en un investigador o científico escribiendo algo que ha descubierto o un gran cheff inventando recetas nuevas.

    ResponderEliminar
  8. Buena historia a partir del cuadro. Hay una buena descripción del individuo y de sus excentricidades, narras bien la escena. Me gusta ese momento "metro".

    En esta frase, sin embargo, cambiaría el tiempo verbal:

    "pues yo también hubiera deseado poder echar una ojeada a aquello,"

    Creo que el pretérito imperfecto "deseaba" sería más contundente. Al fin y al cabo es esa envidia "sana" la que prevalece, es el sentido último del texto.

    Bueno, yo soy Geli -a veces Julieta-, bienvenido a VE. Me alegra de que estés entre ¿nosotras?. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus sabias sugerencias, Geli-Julieta. La verdad es que me siento un poco "bicho raro" entre tantas mujeres.

      Eliminar
    2. Que conste que hay hombres también en VE pero están de retiro espiritual, no te preocupes no nos comemos a nadie.

      Eliminar
    3. Es un consuelo saber que no estoy entre antropófagas...

      Eliminar