martes, 17 de mayo de 2011

Imágenes de Centroamérica.

Mi marido, un borracho y un pendenciero. Pero esto no es nada, es el pan nuestro de cada día en estas tierras de sangre caliente. ¡Mejor estoy sin él! Siempre dispuesto a gastarse la plata en apuestas y en juegos. Mi plata, porque él no trabaja. Un gallito apostador de lo ajeno. Cargando siempre con su pistolón por si alguien se le pone chulito. ¡Enfermos, eso es lo que son, enfermos de sus vicios!
Al tiempo que María hablaba con la reportera, un vecino mataba a otro por un tejado de uralita. El diario se hacía eco de un tiroteo a causa de unas gallinas desaparecidas. Y “las maras” hacían de las suyas atemorizando a toda una aldea.
La violencia significa que la vida no tiene ningún valor. Y las de las mujeres mucho menos que nada.

8 comentarios:

  1. Me gusta. Continuaría este relato hasta convertirlo en una novela. Este sería el inicio de una novela de mujeres, de lucha y muerte, de pioneras de cambios.

    ResponderEliminar
  2. Nunca está de más revindicar, Magdalena, y menos en estos tiempos que se avecinan.
    Por cierto, ¿puedes explicar que son "las maras"

    ResponderEliminar
  3. La cruda realidad deja de ser un tópico, una cifra, un número, para ser literatura. Ya el gran Roberto Bolaño se hacía eco en su último libro "2666" de parte de esta problemática. Enhorabuena Magdalenta.

    ResponderEliminar
  4. Las maras son las pandas, pandillas que controlan el tráfico de personas, las drogas o los negocios sucios que sean. En realidad son muchachos que se enganchan a ellas en su afán de sentirse más fuertes. Por supuesto van armados y son violentos. Desgraciadamente, en estas sociedades donde la pobreza es lo predominante, el lenguaje de la violencia se extiende cada vez más.

    ResponderEliminar
  5. Hace años que no he vuelto a Guatemala. He ido a trabajar de cooperante como maestra durante los meses de verano en tres ocasiones diferentes. Es un país que posee hechizo y así me quedé yo, totalmente hechizada. Mis compañeras maestras vivían siempre solas con sus hijos. Nunca vi maridos, ni compañeros. Ellos sencillamente no estaban.
    Ahora descubro en los documentales de la TV que sus exmaridos se las están cargando y que hay más índice de feminicidio que en ciudad Juárez. No me lo puedo creer!!!

    ResponderEliminar
  6. Yo trato con muchos ex integrantes de maras colombianas, guatemaltecas y ecuatorianas y cuando son mayores actúan como describes en tu relato, son muy machistas, la mujer para ellos no cuenta y la vida se puede perder en una apuesta. Me ha gustado mucho.

    ResponderEliminar
  7. Cruel y triste realidad. Un buen relato Magdalena.

    ResponderEliminar