miércoles, 4 de mayo de 2011

"EL MIRADOR" de Lara Hernández

Había planeado ese día durante semanas. Quería que todo fuese perfecto pero como suele suceder a menudo con los planes, nada salió como esperaba.
Amaneció nublado y pensé que los días con lluvia también tienen su encanto. Por entonces solía ser muy optimista así que creí que no tenía importancia e incluso me lo repetí mil veces para tranquilizarme y poder seguir en calma con los preparativos.
Mientras buscaba el atuendo más apropiado para el que se suponía que iba a ser el día más importante de mi vida, cogí dos chubasqueros por si nos sorprendia la amiga lluvia.
Pasé la mañana cocinando el menú, que por supuesto estaba compuesto por sus tres platos favoritos: Ensalada templada con foie y frutos secos, salmón marinado con queso fresco sobre una base de endivias y como postre la tarta de tres chocolates y galleta que tan loca la volvía. Lo metí todo en una cesta de mimbre tipo picnic, añadí un mantel a cuadros con platos y vasos a juego en el mismo color frambuesa y no olvidé ni el vino, ni el mejor champagne para el brindis del final.
Le compré unas flores, a las chicas siempre les gusta ese detalle aunque se empeñen en negarlo en publico. Busqué tulipanes que eran sus favoritas por varias floristerías hasta que di con ellos y al final de la mañana fuí a recoger el anillo y le escribí una dedicatoria sobre el papel que iba a utilizar como envoltorio:
“Quiero volver a este mirador a celebrar nuestro aniversario el resto de los años que me queden de vida. ”

Pité en la puerta de su casa y nada más verla aparecer supe que algo no iba bien.
Sabía lo que significaba cada uno de sus gestos, sus enfados, sus medías sonrisas… Luisa era mi chica desde hacía cuatro años y hasta ese día creí que la conocía perfectamente.
Estaba preciosa, diferente pero tan preciosa como siempre.

- ¿Dónde vamos Fernando? Hoy no estoy para viajes muy largos, me duele terriblemente la cabeza. Casi he estado a punto de llamarte y anular lo de vernos. Sólo me apetecía dormir. Además no hace día de excursiones. ¿No crees?.
- En la guantera creo que hay ibuprofeno, toma uno e intenta dormirte un rato hasta que lleguemos, aún nos queda un rato y verás como cuando estemos allí cambias de opinión. Te va a encantar el plan que te he preparado, confía en mi.
- Está bien…

Mientras ella dormía yo lo coloqué todo tal y como lo había planeado. Tuve que poner piedras en las cuatro esquinas del mantel porque el viento estaba juguetón de más, pero pese a ese pequeño detalle todo quedó perfecto.
Al despertar no hablaba, tampoco me miraba. No me di cuenta de que ya no era ella o quizá sí que lo hice pero no quise verlo.

- Hace un poco de frío aquí arriba.
- Espera (corrí de nuevo al coche a por los chubasqueros). ¿A qué es una maravilla? Conocí este sitio de casualidad hace un mes con los chicos. Recuerdas aquel día que hicimos la excursión en bici y me hice el esguince.
- Sí, claro que lo recuerdo.
- Pues tuve que esperar a que viniesen a por mi casi dos horas justo aquí. Entonces pensé que era el sitio perfecto para hacerse un esguince y que tenía que compartirlo contigo cuando pudiese disfrutarlo sin sentir ningún dolor como el que tenía aquel día. Por eso te he preparado esta sorpresa. ¿Te ha gustado?
- Es todo precioso Fernando. Perdóname es que aún me sigue doliendo la cabeza.
- Se te irá en cuanto pruebes lo que te he preparado.

Nada fue como había imaginado. Ella siguió contestándome con monosílabos y durante toda la comida tuve la sensación de que le hablaba a un muro. Parecía hipnotizada por el mar que teníamos enfrente y las olas, cada vez más embravecidas, junto con el viento se empeñaron en querer echarnos a toda costa de aquel mirador maldito. Tendría que haberlos escuchado.
Al llegar a la tarta, le dí su regalo. Leyó mi dedicatoria, no dijo nada y siguió desenvolviendo el paquete con una frialdad que me llegó a asustar. Al acabar, suspiró, me miró y por fin habló.
Hubiese preferido que jamás lo hubiese hecho.
"Fernando no me puedo casar contigo, estoy enamorada de otro hombre. Hace meses que salgo con él. Tendría que habértelo dicho mucho antes, lo sé, pero no sabía cómo hacerlo, ni qué palabras usar, ni en qué momento hacerlo. Lo siento. No puedo decirte otra cosa."

Después del “estoy enamorada de otro hombre” lo recuerdo todo confuso. No sé si realmente pasó así, no sé qué me ocurrió, no sé qué le dije ni qué es lo que hice, pero algo más pasó aquella tarde en ese lugar porque yo volví solo a casa y jamás he vuelto a saber de Luisa.
Me han preguntado muchas veces por ella a lo largo de estos años, su familia, la mía, la policía… A todos les contestó lo que recuerdo de aquel día con claridad, que fui a recogerla a su casa a la hora que habíamos quedado y que la esperé y la esperé pero que ella nunca apareció.
 

9 comentarios:

  1. Realmente ella, a la que esperaba Fernando, nunca apareció. Me gusta mucho Lara, cada día lo haces mejor.
    Una cosita: "que tanto la volvía loca", se podría cambiar por "que tan loca la volvía".

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  2. A ti lo que te pasa es que prefieres pensar que ella nunca apareció a imaginar a un Fernando que pierde la cabeza y es capaz de matar por amor o por locura, q me dices???

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  3. Bueno, me ha sorprendido mucho Lara. Me ha gustado. Imagino a un Fernando Loco de amor ahogando a Luisa...

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  4. Es que en realidad Luisa no aparece, cuando despierta ya no es ella, Fernando hace lo que espera el lector que haga, sacar a Luisa, la impostora, de la historia. El está convencido de que Luisa nunca apareció, ha matado a un personaje secundario y sigue esperándola.

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  5. Que alegría Lara de volver a leer tus relatos, me ha gustado mucho murcianica.

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  6. Lara el final me ha encantado y sorprendido, el resto está bien, pero un poco largo, aunque no me hagas mucho caso, es una manía mia, los relatos me gustan cortos y los libros largísimos.

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  7. Muy Interesante, menudo final. Genial

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  8. Yo estoy con Yolanda, me encanta la historia pero ganaría concentrándola.

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