martes, 26 de abril de 2011

MEMORIAS DE UN ROBLE Yolanda Nava Miguélez

El tacto de su mano removió mis entrañas de madera acercando los recuerdos de un tiempo tan especial como lejano, a la oscura y enorme bodega en la que ahora vivo.
Recuerdo que venían cada tarde y se quedaban a mi lado hasta que la negrura de la noche se deslizaba entre mis ramas; creo que me eligieron por mi situación estratégica y mi grueso tronco al abrigo de miradas curiosas; a mi lado compartieron confidencias y se fueron conociendo y enamorando hasta que un día, llegó al fin, su primer beso: fue un beso torpe, de principiantes, que les llenó de rubor y les hizo dueños del más preciado de los tesoros: la ilusión.
Me eligieron también para celebrar su aniversario; llegaron vestidos muy elegantes para la ocasión, con unas copas y una botella de un vino excepcional: un “gran reserva”, que se llevó parte de sus ahorros, la fecha lo merecía. Brindaron por un futuro en común, que quién sabe si llegaría algún día, y se abrazaron emocionados. El líquido color cereza les hizo poner los ojos en blanco: “sabe a tus besos” -dijo él- mirándola cómplice.
Ella le pidió que trazara un corazón sobre mi corteza y que pusiera dentro la fecha de su primer beso como recuerdo, el corte fue profundo, pero no me importó; juré que lo cuidaría y conservaría siempre.
Pero mi suerte cambió, me arrancaron de la tierra y me convirtieron en la barrica que ahora soy, no reniego de mi destino ya que custodio el mejor caldo de una importante bodega, dicen que mi contenido es excepcional, el mejor en muchos años, creo que es cierto, los matices de su sabor son un deleite.
Hoy les reconocí entre las personas que nos visitan, han cambiado mucho: él está casi calvo y ella ha ganado peso, caminan torpemente cogidos de la mano; parecen felices. Ella, cansada, se ha detenido a mi lado y al apoyar su mano sobre mí, ha detectado una marca que burló el lijado en una de mis tablas: la fecha de su primer beso. Han reído y llorado ante el hallazgo, y yo he sentido cómo los recuerdos agitaban mi corazón de madera; él le ha prometido que brindarán con una botella de mi caldo al precio que sea, que intuye su sabor dulce e intenso: como sus besos.

6 comentarios:

  1. Una historia preciosa y sorprendente.

    ResponderEliminar
  2. Pienso lo mismo que Fernando, no sólo es tierna si no que además tiene un final que no se espera. Muy bueno!!!

    ResponderEliminar
  3. Enhorabuena Yolanda. Una buena historia con final sorprendente y bien narrada, ¿se puede pedir algo más?

    ResponderEliminar
  4. Me a llegado al alma. Que bonita historia, mira que lei muchos relatos, pero este no lo había leido. Me gusta como lo explicas enhorabuena

    ResponderEliminar