jueves, 7 de abril de 2011

LA MALETA DE LOS SUEÑOS. Marco Antonio Torres Mazón


            LA MALETA DE LOS SUEÑOS
            "Mi psicoanalista me advirtió que no saliera contigo, pero eras tan guapa que cambié de psicoanalista".
Woody Allen

-         Creo que me estoy obsesionando con esa mujer.

Mi psicólogo no dice nada. Ni siquiera me mira. Toma notas en un pequeño cuaderno (creí que eso ya no se hacía: los ordenadores se inventaron para algo...) y ni siquiera parpadea. ¿Será un robot? ¿Le estoy pagando este dineral a una máquina sin sentimientos?

-         Prosiga, por favor.

Está bien, seguiré, pero creo que esto no está funcionando.

-         Anoche volví a soñar con ella.
-         ¿Fue como el de la semana pasada?
-         No. Bueno, no exactamente... La esencia del sueño era la misma. Me encontraba en un descampado, a las afueras de la ciudad.
-         ¿Cómo puede saber que era “a las afueras de la ciudad”?
-         Bueno, en realidad no lo sé. ¿Es eso importante?
-         No.
-         ( ¿Y para qué preguntas entonces?). Vale, sigo. Voy andando por un descampado, a las afueras de cualquier ciudad de este mundo al que llamamos Tierra (miro al estúpido de mi psicólogo y veo que no hace el menor ademán de mirarme. ¿Las máquinas son capaces de captar la ironía?) y, junto a un muro derruido, veo una vieja maleta. Quedo completamente paralizado, como hechizado ante semejante descubrimiento. Puede que pasen unos minutos, no estoy seguro. Imagino que ya sabe que en los sueños no hay realmente conciencia temporal. Pues bien, ahí estoy yo, en un descampado a las afueras de una ciudad cualquiera, frente a una vieja maleta. Entonces, de repente, la maleta comienza a abrirse. Está claro que hay algo, o alguien más bien, dentro. Efectivamente, de la maleta, como por arte de magia, surge ella, mi adorada amada cuyo nombre desconozco, completamente desnuda.
-         ¿Y?
-         Y nada más. Me despierto agitado y confuso, pero también algo esperanzado...
-         ¿Esperanzado? Vaya, es usted bastante optimista. Olvida  un dato importante: la mujer  de la que  supuestamente está enamorado no existe más que  en sus sueños. Es una representación de sus más profundos deseos, nada más. En fin, nuestro tiempo se acaba. Vuelva la semana que  viene.

Al salir de la consulta, una vez en la calle, enciendo un cigarrillo. La tarde se derrama como la espuma de cerveza a lo largo de la ciudad. Definitivamente, pienso mientras  dibujo una sonrisa, este psicólogo es idiota. Mientras camino en dirección a casa recuerdo que  aún me queda una botella de vino sin descorchar. Puede  que  esta noche ella vuelva a visitarme. Puede que esta noche  ella vuelva a salir de una vieja maleta, o del cajón donde guardo los calcetines, eso no importa. El caso es que  aparecerá, estoy seguro. Y cuando aparezca allí estaré yo, con una copa de vino, dispuesto a decirle que  es la mujer de mi vida y no de mis sueños.

           

4 comentarios:

  1. Muy bueno, Marco Antonio, bienvenido otra vez a la Valencia onírica en la que has encontrado tu sitio por mérito propio. Felicidades.

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  2. Vaya entrada triunfal has hecho con tu relato, amigo Marco Antonio. Un consejo, no dejes de ir a la consulta de tu psicólogo. Woody Allen es uno de mis directores favoritos.

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  3. Felicidades Marco, me ha encantado tu relato. Escribes muy , muy bien y me encanta que estes aquí hemano. Un beso

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