miércoles, 9 de marzo de 2011

Fernando M Lozano POLVO Y TINTA.

Sería enero la primera vez que entró en la librería, lo hizo atraído por el olor a polvo y tinta que desprenden los libros antiguos. Tras dos horas recorriendo aquel laberinto de letras, se llevó un ejemplar de “la vieja sirena”.
Un día de abril, quiso comprarme “el libro más especial que tuviera”. Le dije, que tenía un libro, que cada vez que lo vendía, siempre regresaba a mis manos. Lo quiso al instante.
Tardó una semana en aparecer con mi libro bajo el brazo, estaba completamente enajenado, dijo algo a cerca de que en su interior albergaba el castigo de Prometeo, durante el día se dejaba leer y por la noche cambiaba la historia de sus páginas, rescribiéndose de nuevo. Necesitaba acabarlo.
En mayo lo terminó.
Tiempo después, su viuda me llamó usando la tarjeta que dejé entre las páginas del libro. En aquella ocasión, conseguí un buen lote y a muy buen precio.
El libro volvió a mis manos.

11 comentarios:

  1. Genial, lo encuentro divertidísimo ¡BRAVO!

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  2. Muchas gracias chicas, ahora que voy a estar en casa unos días podré emplearme a fondo en en esta pasión que nos dirige.

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  3. Me gusta mucho, ya sabes que lo misterioso es mi pasión.

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  4. A mi me ha encantado!!! Le has dado un giro q no se esperaba y eso me ha dejado muda. Me va a costar confiar en el consejo de un librero a partir de hoy...

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  5. Lástima que los libreros de viejo no sean más misteriosos. En madrid tengo el mío, es un tipo normal y me cuenta muchas artimañas para conseguir lotes de libros de viudas compungidas. De ahí salió mi relato.

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  6. Esto es un microcuento y no los testamentos que escribo yo ...

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  7. Maria José, escribir un microrelato es como dar una mala noticia, tienes que decir lo que ha pasado omitiendo los detalles.

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  8. Muy bueno, me has dejado pensando, ¿el hecho de la viudez tiene que ver con el libro?, Yo no te compro ningún libro, jajajaja.

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  9. Claro Alberto, el truco del librero para conseguir lotes de libros, es un libro maldito que se reescribe mientras duermes y que nunca puedes terminar. Cuando el comprador, lector obsesivo, decide terminarlo prescindiéndo del sueño reparador, lo termina y muere agotado. Su viuda encuentra la tarjeta dentro del libro y el librero consigue de este modo un buen lote de libros y la vuelta del libro maldito a sus manos.

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