sábado, 12 de marzo de 2011

Alberto Marrone UN LIBRO UN PUENTE

Antonio camina sin prisa, por la ciudad, en una linda mañana de otoño.
Como siempre se detiene en uno de esos bares que tienen las mesitas de hierro en la vereda, a disfrutar pausadamente un café y contemplar el desfile constante de la gente.
Compra revistas para estar al tanto de lo que le interesa y tomar relajado el inicio de la semana.
Ese día su mirada se detuvo en el frente de la librería que estaba a unos pasos de donde se hallaba. Termina su café, y se dirige hacia allá.
Entra a la librería y tiene la impresión de que el mundo esta allí. Recorre las mesas repletas de libros, y a medida que va leyendo los títulos, los va tocando, como acariciándolos, de repente lee “Platero y yo”, y siente que se abre un puente en el espacio y el tiempo. Su imaginación lo lleva a sus épocas de estudiante, sus primeras lecturas, El Lazarillo de Tormes, Las mil y una noches y tantos mas… se abre el cofre de su infancia y una sensación de placer lo inunda. El mismo placer que lo llevaba a pasarse horas encerrado en su cuarto leyendo, soñando, riendo, llorando y disfrutando un ejercicio que jamás abandonará. Casi ha olvidado lo que hizo ayer, pero recuerda claramente la lectura de su infancia, y piensa que esos momentos, los mas simples regalan la mayor felicidad…..

5 comentarios:

  1. Hermoso y conmovedor relato, Alberto. Consuelo de los idealistas frente a un mundo absurdo y caótico, la felicidad se encuentra en esos mundos paralelos que están en nuestro interior. Y volver a ser niños es lo que nos eleva por encima del "pequeño hombre" y nos conduce a un más allá del hombre, porque el hombre, como decía Nietzsche, no es una meta sino un camino.
    Me contradigo, he mezclado aquí dos filosofías bien opuestas, pero así soy yo contradictoria como la vida misma. Perdón por este exceso de erudición de sábado por la mañana, jajaja...

    ResponderEliminar
  2. Volver a la niñez solo se puede hacer a traves de los recuerdos. Bonito relato

    ResponderEliminar
  3. El cofre de la infancia, ahí guardamos nuestros tesoros más conmovedores, los recuerdos de nuestros días felices.
    Los buenos hábitos no abandonados que nos ayudan a ser un poco más... ¿sabios? (de saber, simplemente).
    Muy dulce su lectura, he aprovechado para cruzar ese puente y me he encontrado con "El Principito", "Juan Salvador Gaviota", "Cien años de soledad"... Gracias, Alberto.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Alberto. Me has hecho regresar a mis dulces momentos de lectura de mi infanci, donde no me ahogaban los problemas y me embarcaba siempre en las aventuras de mis libros....

    ResponderEliminar
  5. Una auténtica cruzada contra el ebook, Alberto, tocar los lomos de ls libros, respirar la tinta, leer cada página, pasarlas con las manos, notar el peso de las horas escribiendo frente a una hoja en blanco. Lo simple es lo bello.

    ResponderEliminar