jueves, 10 de marzo de 2011

Lara Hernández Abellán "8 DE MARZO"


Un lunes más de terapia en el que Soledad salió de aquella consulta con la sensación de que acababa de tirar cien euros a la basura. Pensó como siempre, que le había estado hablando a una pared durante sesenta minutos exactos y sí, se sintió mucho más triste que antes de entrar. Sabía que aquel hombre no la entendía, la escuchaba, pero con indiferencia y sólo porque era su trabajo. Para él lo que ella le contaba no eran más que las mismas quejas que oía a diario de su esposa: Falta de atención, aburrimiento, querer volver a sentirse útil, tener más responsabilidades ahora que los hijos se habían marchado de casa, ser querida de nuevo… ¡Tan sólo tonterías!
Sabía que él pensaba así desde la primera vez que se tumbó en aquel diván y le enfadaba no entender por qué seguía acudiendo semana tras semana. Quizá por pereza o por no tener que empezar a contar su vida de nuevo a otro desconocido o por tener a alguien con quien desahogarse…
Caminaba aturdida con una nueva receta en sus manos y se repetía al son de sus pasos: "No soy feliz pero quiero volver a serlo. Necesito volver a serlo".
Y mientras pensaba en lo triste de su existencia, en cómo su vida la había conducido hasta ahí sin haberse enterado y en si la solución estaba en tomarse o no lo que iba anotado en aquel papel, se paró frente el escaparate de su librería preferida para intentar tomar un poco de aliento. En su época de estudiante solía visitarla todas las semanas y la mayoría de sus tesoros literarios los guardaba desde entonces. Aquel sitio la relajaba más que ningún otro, su olor a naftalina, su silencio sepulcral, los sabios consejos de Laureano…
Advirtió más clientes que de costumbre en el interior y se fijó en un cartelito que anunciaba un homenaje a La Mujer Trabajadora. Pensó, en que ni siquiera había caido en que era 8 de marzo y se enfadó consigo misma por ello.
El cartel decía así:
“Clara Campoamor, vida de la mujer que nos consiguió el voto.”
Soledad abrió la puerta y se adentró en aquella vieja librería donde durante casi dos horas escuchó como le narraban la vida de una mujer que luchó por sus ideas contra una sociedad regida por leyes hechas por y para hombres.
Cuando terminó la lectura, compró aquel libro y se acercó hasta la mesa donde estaba firmando el autor. Al llegar su turno, cuando le pidieron un nombre a quien dedicar el ejemplar, soltó el papelito que aún arrugaba en su puño y contestó con seguridad:
 “A Soledad, una mujer libre que a partir de hoy va a volver a ser feliz”.

12 comentarios:

  1. Un relato muy positivo Lara, me ha gustado mucho, pero creo que tenemos un vicio: alargar la historia.
    Lucrecia nos dejó por ahí un decálogo muy bueno para construir microcuentos, pero la verdad es que para mi es complicadísimo y desde que me he propuesto cumplirlo, es que no me sale nada que valga la pena.
    Espero que tú lo consigas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Hola María José!!!
    He leido el decálogo de los microcuentos y me gusta recordarlo para lo del concurso de Relatos en Cadena de la Ser, pero para nuestra página, prefiero no poner límites en el número de palabras, bueno sin exagerarlo claro!!! Me gusta que Valencia Escribe sea esto, que uno escriba un poéma, otro un microcuento, otro una historía sin final, otro una un poquito más larga... Según la semana y la foto nos inspira una u otra cosa y me encantaría q siguiese siendo algo así. Pero bueno, acepto lo que diga la mayoría y si se decide q Valencia Escribe va a ser exclusivamente para microrelatos, pues nada, habrá q hacerlo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Tienes razón, he encontrado una nota en la página de Face donde Lucrecia nos pedía que los relatos tuviesen menos de 30 lineas. No la había leido hasta hoy!!!! Espero poder ajustarme a ello para la próxima semana. Mua

    ResponderEliminar
  4. Este relato me ha gustado muchísimo, hasta me he emocionado (no sé si será porque ha sido nada más levantarme y a esas horas estoy muy sensible). Lo he encontrado fluido e interesante. Un voto para Clara Campoamor.

    ResponderEliminar
  5. Mil gracias por el voto Lucrecia!!!!

    ResponderEliminar
  6. Aunque sea largo, me ha gustado el relato porque me ha recordado lo que costó realmente que hoy podamos acudir a votar a las urnas como lo que somos, "iguales".

    ResponderEliminar
  7. Buen relato Lara, lo del voto no lo entiendo pero miles de nadas.

    ResponderEliminar
  8. Lo del voto ha sido confusión total, porque no sé de q manera he leido q el comentario de Eulalia era el tuyo, jajajjaa. Hoy estoy en casa con fiebre y no me debeís tener en cuenta mis comentarios... Besos a las dos

    ResponderEliminar
  9. Es una historia redonda y no es nada larga. Cómo una librería te puede devolver la cordura que la vida te arrebata. Genial Lara. Cúrate.

    ResponderEliminar
  10. Me ha gustado mucho. Con ánimo de mejora, ya que es la primera vez que participo te comento que he visto un par de errores: la enfadaba deberías corregirlo por le. Y hay un diván al que le falta una tilde. Por lo demás impecable. Saludos.

    ResponderEliminar
  11. Gracias Magdalena, es verdad he usado un laismo de muy mala manera y falta ese acento.Lo corrijo en nada.

    ResponderEliminar