viernes, 21 de diciembre de 2012

MI CUENTO DE NAVIDAD

            A mi padre, que siempre me decía que la Navidad era el motocarro de Casen alejándose en la escena final de Plácido, mientras se escucha el villancico: “...corre y dile que entre, se calentará, porque en este mundo ya no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá...”
            A Esperanza y Ana, siempre.
            A mis amigos de Valencia Escribe, por estos meses de ánimos y palabras que abrigan como bufandas y protegen como corazas.


La Nochebuena del 77 fue especialmente dichosa en el hogar de los Torres Mazón. Con un peso que se acercaba peligrosamente a los seis kilos y bajo el signo de capricornio, abrió los ojos al mundo el cuarto hijo de Miguel Ángel y Natividad. La enfermera llamó al padre, que esperaba ansioso apurando un cigarrillo tras otro. Cuando tomó en sus brazos a su hijo, Miguel Ángel pudo ver que era su viva estampa: ojos rasgados, cara redonda, mofletes generosos, labios dibujados. Antonio, Antonio, repetía el orgulloso pater familias. No, intervino la muy agotada madre, se llamará Marco Antonio. Natividad, durante los esfuerzos del parto, se acordó de su padre, Antonio, muerto a la temprana edad de cuarenta y tres años por culpa de una tuberculosis contraída en la batalla de Teruel durante la Nochebuena y Navidad del 38, defendiendo bajo la bandera de la 209 Brigada Mixta aquello por lo que su nieto suspiraría tantos años después. Pues bien, Antonio, el padre de Natividad y abuelo de la criatura recién nacida, no paraba de repetir en vida que en su familia todos aquellos que llevaban su nombre eran portadores de una mala suerte difícil de esquivar. Así pues, rondando las cuatro y media de la tarde, el bebé ya tenía nombre definitivo: Marco Antonio.
Cayeron las hojas de los árboles y de los calendarios y miles de amaneceres y atardeceres con olor a sal salpicaron las pupilas del cuarto hijo de los Torres Mazón. Padre e hijo compartían aficiones: los libros, el cine, cierta inclinación hacia la izquierda, el ajedrez. Miguel Ángel era un buen jugador aficionado y trataba de adiestrar a Marco Antonio en el difícil arte de no parecer demasiado malo frente al tablero, cosa que no siempre lograba. Con el eterno cigarrillo entre los dedos y las gafas en el mismo borde del precipicio de la nariz, Miguel Ángel decía: No, no, no. Si haces ese movimiento la partida ya la has perdido. Y Marco Antonio, como buen hijo, no hacía caso a su padre y movía la ficha equivocada, unas veces por rebeldía y otras por ver la sonrisa en el rostro de su progenitor.
           

               La Nochebuena del 2012 será la más alegre y la más triste en el hogar de los Torres Maciá. Será la más alegre porque Esperanza ha inundado con su sonrisa ciertos rincones helados en el corazón de Marco Antonio y Ana María. Pero los sentimientos a veces asumen la contrariedad de forma natural, y se puede estar muy, muy contento y muy, muy triste al mismo tiempo. El tablero de ajedrez ha quedado huérfano y aguarda un nuevo contrincante. Quizás cuando Esperanza crezca...

7 comentarios:

  1. Seguro, Esperanza ocupará ese lugar frente al tablero. Entrañable, Marco Antonio. Un abrazo muy fuerte y feliz Navidad.

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  2. Marco, tu cuento es precioso y ¿sabes por qué? Porque es real, es el círculo de la vida. Tú el día de mañana serás el que enseñe a jugar al ajedrez a Esperanza. Un beso muy fuerte desde la distancia.

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  3. Muy emotivo, Marco. El ciclo de la vida, aunque muy triste, es precioso. Nuestros padres nos enseñaron lo que ahora nos toca enseñar a nuestros hijos. Un besazo!!

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  4. Me he emocionado al leerlo, Marco. Acuso tantas ausencias durante las navidades, que me he sentido muy identificada. Yo misma he tenido que jugar con mi hijo al ajedrez algunas veces, siempre derrotada por él. Un texto precioso. Procura pasar estos días lo mejor posible con tu familia, un beso.

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  5. Excelente, Marco. Me ha entusiasmado tu conmovedor relato, de verdad.

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  6. Un cuento precioso Marco, en él expresas sentimientos encontrados. La vida es como una rosa; muy bella pero llena de espinos imposibles de esquivar. Ahora te toca a ti guiar los pasos de Esperanza como tu padre te guió los tuyos y seguro que lo harás tan bien como lo hizo él. Un beso muy grande Marco y FELIZ NAVIDAD para ti y los tuyos.

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  7. Mucho ánimo, Marco, tu cuento es el ciclo de la vida. Un abrazo!!

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