sábado, 15 de diciembre de 2012

Croco, el cocodrilo

Croco era un cocodrilo, pero, a diferencia de los demás de su especie, era vegetariano. Esa característica que en sí misma no debería haber supuesto un problema, resultó todo lo contrario. A consecuencia de ella sufría de un sentimiento de soledad que era incapaz de digerir. Los animales herbívoros lo temían. Cada vez que intentaba acercarse al antílope, la cebra o el ñu, éstos corrían despavoridos; los carnívoros, por su parte, lo despreciaban. “¿Qué se piensa ese cocodrilo? ¿Quién se cree que es?” –parecían preguntarse.
Croco era sociable. Tenía una imaginación desbordante y le encantaba inventar historias, pero por desgracia no tenía público a quien contárselas. 

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Marta cerró de golpe el libro que tenía entre las manos. La historia de Croco le había dado en qué pensar. Vivía en una gran ciudad, en un apartamento luminoso, rodeada  de toda clase de comodidades. Sin embargo, no tenía con quién compartir todo aquello. Sus padres pasaban la mayor parte del día en sus respectivos trabajos y Marta se sentía, a menudo, muy sola. Sus pensamientos la llevaron a abrir de nuevo el libro.

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Un día que Croco andaba más cabizbajo que de costumbre, tropezó por casualidad con Tak, un pluvial de hermoso plumaje. El ave se detuvo y observó, interrogante, al reptil. Tanta lástima sintió por él que al fin decidió preguntarle:
-¿Qué te sucede, joven amigo? –le dijo con desparpajo.
Croco lo miró desconcertado.
-¿Es a mí? –respondió incrédulo.
-¡Claro! ¿A quién si no? ¿Acaso ves a alguien más? –le replicó.
-No, no te enfades, por favor –contestó presuroso-, es sólo que no estoy acostumbrado a que me hablen. Lo normal es que huyan o me ignoren –aclaró con un hilillo de voz.

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Marta, sin darse cuenta, se mordió el labio inferior intrigada, como estaba, con la aparición del nuevo personaje. Hacía ya diez minutos que la tata la reclamaba para que se diera un baño antes de la cena, pero la historia del cocodrilo vegetariano la mantenía absorta. 
-Voy, tata, ya voy –dijo con voz audible, pero no se movió y siguió con la lectura.

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-¿Y por qué reaccionan así? ¿Eres muy agresivo? –añadió.
-No, no lo soy. Solo me acerco a ellos para contarles mis historias pero en cuanto abro la boca…
-Tendrán miedo de que te los comas –le interrumpió.
-¡Pero si soy vegetariano!
-¡Vaya, esa sí que es buena! –respondió riéndose Tak y prosiguió- no deberías preocuparte. Seguro que ellos no lo saben.
-¿Tú crees?
-Pues ¡claro!
-¿Y qué puedo hacer? –consultó el cocodrilo ilusionado.
-Muchacho –dijo Tak adoptando una pose muy seria- creo que ha llegado el momento de que te pongas a trabajar.
-¿A trabajar? –repitió, Croco, extrañado.
-Sí, así es. Te encantan las historias ¿no es cierto?
Croco asintió con la cabeza.
-Pues lo único que tienes que hacer es escribirlas. De ese modo, te darás a conocer.
Croco se afanó en seguir aquel consejo. La primera historia que escribió fue la de su amistad con Tak.

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-¡Marta! ¿Aún no te has desnudado? El agua ya está caliente.
-Voy, tata.
La niña cerró el libro y se dirigió al baño, pero mientras lo hacía, en su cabeza se iban sucediendo las ideas. “¿Y si también yo escribo mis historias? ¿Qué pasará cuando mamá y papá las lean?” Marta no tenía todavía respuesta para todas aquellas preguntas; sin embargo, sí tenía el presentimiento de que su vida, como la del cocodrilo Croco, iba a cambiar.

10 comentarios:

  1. Interesante cómo las lecturas nos acompañan y nos hacen dar cambios en nuestra vida. Y la importancia de expresarnos para darnos a conocer. Me ha gustado mucho, Geli.

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    1. Así es, Lu. La lectura me salvó en el pasado y ahora es la escritura la que ocupa ese lugar. Me salva de los demás a veces y, a menudo, de mí misma. Un beso.

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  2. Muy bonito!! Un cuento para todas las edades, solo faltan unas buenas ilustraciones y ya lo tienes!!

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    1. Esa es una de las asignaturas que nunca aprobaría. Era un desastre de niña y lo soy ahora. Me encantaría saber pintar, ilustrar,...pero está fuera de mi alcance. Sin embarqo, la idea es muy buena. Gracias Malén por leerme y comentar.

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  3. De acuerdo con mis compañeras, es un relato muy agradable y ameno, que puede gustar a cualquier público. Muy bien, Geli!!

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    1. ¡Qué bien, Amaparo, me alegra mucho que te haya gustado! Un abrazo.

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  4. Me ha gustado el paralelismo que estableces entre el protagonista y la niña, sus problemas son similares y parecen hallar el mismo escape: la escritura.

    Muy lindo tu cuento Geli.

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    1. Sí, esa era la idea. Gracias por tus comentarios, Yolanda. Un abrazo.

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  5. Muy interesante y tierna la historia. Al final todos los seres humanos sufrimos del mismo mal... La soledad, la timidez y la falta de confianza.

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    1. Sí, es cierto, la soledad hace auténticos estragos, pero también es cierto que sin ella, difícilmente podríamos escribir. Es en soledad, cuando le damos rienda suelta a nuestros fantasmas, anhelos, frustaciones, imaginación... Un abrazo, Mer.

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