lunes, 29 de octubre de 2012

El telegrama










Mi vida se acabó, exactamente, a la una y cuarto.

Me encontraron, aferrada al telegrama, en el banco del jardín -testigo privilegiado de nuestras tardes de confidencias y anhelos-  con la mirada fija en el reloj que colgaste del manzano, la ausencia en el gesto y el abandono en mi cuerpo.

Al cabo de los días, cuando consideraron que ya no era un peligro para mí misma, me trasladaron a la habitación con vistas al patio. Creyeron que así, alegrarían mi existencia envenenada de silencios; sin embargo, cada vez que mis ojos se posaban en aquella rama, mi corazón daba un vuelco.

Con el tiempo me recuperé, pero jamás volví a sentarme bajo el manzano. Allí quedaron, prendidos de una rama: tu reloj y la hora de mi muerte.

8 comentarios:

  1. Mucha triteza y dolor rezuma el texto . Me gusta.

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  2. Cierto, muy triste y muy bien contado. Un abrazo.

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  3. Me gusta el estilo y el dramatismo que impregna la historia. El dolor es muy patente e intenso.
    Un abrazo, Geli.

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  4. ¡¡Geli!! Qué bien volverte a leer!!. Me ha gustado mucho y tiene tu sello...

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  5. El paso del tiempo cura todas las heridas, aunque deja cicatrices para recordarnos lo ocurrido. Me ha gustado mucho Geli

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  6. Un gusto leerte, ya te echábamos de menos!! MI existencia envenenada de silencios!! Jolín que bien has dado en el clavo, lo bordas!! Un abrazo y no te pierdas!!

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  7. Gracias a todas, y a ti también Manuel, por vuestros comentarios. No ando perdida, sino ocupada en otras lides que no me dejan mucho tiempo para la escritura. Pero como veis, en cuanto puedo, lo sigo intentando.

    Besos y abrazos.

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  8. Qué bueno encontrarte Geli, hacía mucho que no te leía y me ha encantado hacerlo.
    Un micro cargado de dobles intenciones.

    Enhorabuena.

    Un abrazo.

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