domingo, 21 de octubre de 2012

Una carta



“A mi querida madre:

Hoy hace un año desde que dejé el pueblo y vine a buscar fortuna a la ciudad y debo decirle, madre, que no pasa un minuto sin que desee volver a su lado. Pensé que en la ciudad encontraría un buen trabajo y las oportunidades necesarias para desarrollar mi prosa, pero desde que he llegado solo he encontrado miradas de desprecio y soberbia, seguramente por ser mujer. Tenía que haberle hecho caso, madre, cuando me dijo que la ciudad no era el lugar para una mujer solitaria.
Aquí, además de las pocas oportunidades que he encontrado, el clima me hace estar triste cada día. Los días son lluviosos y húmedos, las noches son frías y solitarias.
¡Ay! Madre, conocí a un hombre que me enamoró hasta el alma, si pudierais escuchar las cosas tan bellas que me susurraba al oído…dijo que me ayudaría a encontrar editores para mis escritos, pero un día se marchó y no volví a verle más.
Creo que volveré al pueblo con usted, madre, tengo muchos deseos de verla.

Su hija que la quiere.”

Sofía observó el papel mientras las lágrimas le surcaban el rostro, recorrieron sus mejillas, emborronaron su maquillaje y mancharon la carta.  La alzó para verla mejor, aquella carta era la confirmación de su fracaso. Unas risas le llegaron a través de su ventana, dos niñas jugaban a la comba, recordó cuando ella tenía su misma edad y soñaba con triunfar y ser una gran mujer. Sonrió para sus adentros y tomó una decisión. Arrugó la carta y la tiró al suelo, mojó de nuevo la pluma en el tintero y se dispuso a escribir.

“A mi querida madre:

Hoy hace un año desde que dejé el pueblo y vine a buscar fortuna a la ciudad y debo decirle, madre, que no pasa un minuto sin que recuerde su sonrisa. En la ciudad he encontrado un  buen trabajo y algunas oportunidades para publicar mis escritos, la gente me mira con respeto y admiración, quizás por ser mujer. Estaba equivocada, madre, cuando me dijo que la ciudad no era lugar para una mujer solitaria.
Le encantaría el clima, los días son soleados, invitan a pasear por los parques y las noches aunque frías son muy acogedoras.
¡Ay! Madre, he conocido a un hombre maravilloso, estamos muy enamorados, me dice unas cosas preciosas, como padre se las decía a usted. Me ayudó a encontrar algunos editores interesados pero ninguno lo consideré suficientemente bueno.
Creo que pasaré una temporada más aquí, en la ciudad. Tengo muchos deseos de verla.

Su hija que la quiere.”

9 comentarios:

  1. Muy bonito relato que descubre cómo somos las mujeres, siempre pensando en no hacer daño ni causar dolor a los demás.

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  2. Creo que las madres leemos entre líneas... Muy bonito.

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  3. Precioso relato, Amparo y muy bien contado y redactado.Me gusta la forma en que se dirige la protagonista a su madre en la carta, quizás como hace años se hacía. Has reflejado bien, incluso, la época en la que parece estar hecha la foto.¡Buen trabajo!!

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  4. Me parece muy triste. ¿Por qué las mujeres somos así? Pero me encanta como está narrado.

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  5. Muy bien Amparo, me ha gustado mucho, solo una pega: cuando usas "madre" en vocativo ha de ir entre comas, lo repites varias veces:
    "debo decirle, madre,"

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    Respuestas
    1. Las comillas las ha puesto desde el principio de la carta. No sé si sería así lo correcto.

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  6. ¡Muchas gracias por el apunte Lucrecia! Quizás tendría que haber puesto letra cursiva para diferenciar las dos cartas del resto del texto, en vez de las comillas.

    El relato es triste pero también una muestra de constancia. Sofía, además de evitar que su madre sufra, escribe la segunda carta para recordar que fue lo que le llevó a la ciudad, darse ánimos y no dejarse llevar por la frustración.

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  7. Sentimientos encontrados los de Sofía; una mujer fuerte. Me gusta mucho la narración de tu relato.

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