viernes, 2 de marzo de 2012

CAFÉ NEGRO



El pulso recuperaba su ritmo, el corazón le imitaba. Sólo un ligero temblor en mis piernas evidenciaba que no había sido un sueño. Le había dado esquinazo, ni rastro de él. Pedí un café, tiene para mí un efecto relajante, que le vayan a otro con el cuento de la cafeína. Hojeé un periódico para completar la imagen de ciudadana normal y despreocupada. Por encima de las hojas del diario escruté el paseo, unos cuantos hombres de color sentados sobre la barandilla holgazaneaban aburridos frente a una mercancía que nadie demandaba. Un autobús paraba al otro lado de la calle, un ejecutivo llamaba un taxi. Todo en orden. Me relajé, saboreé el café amargo y fuerte y fue entonces, al levantar de nuevo la vista, cuando observé como uno de esos hombres de color (me costó acostumbrarme a ese calificativo, después de años oyendo en casa decir negros, máxime cuando estos lo eran más que el café que recorría mi garganta), pues como decía, el más oscuro de los hombres de color que ocupaban el paseo, ocultó algo en su bolsillo precipitadamente al encontrarse con mis ojos.
Mi mente acostumbrada al acoso empezó a cavilar: unos prismáticos, una cámara de fotos, un móvil.
El café se endulzó de pronto, mis piernas recuperaron sus temblores, el miedo, o quién sabe, tal vez la paranoia me tensaron entera.
 Nunca lograría escapar de sus redes, eran más rápidas que mis pasos. Su poder, más fuerte que mi miedo.

17 comentarios:

  1. Café sin azucar. Describes muy, pero que muy bien, Yolanda.

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  2. "Efecto relajante"? Mi propuesta de título.
    Estoy de acuerdo en que describes muy bien y en el poder de tu lenguaje, pero se da el caso de que esta noche no he dormido y después de leer la historia dos veces no entiendo lo que le ha pasado a la protagonista.

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    1. A mí me ha pasado algo parecido, pero aún así, he disfrutado con la lectura, porque había algo que no podía aprehender del todo.

      ¡Muy bien, Yolanda!

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  3. Pues sí, me quedo con café negro. Creo que tu historia se merece una continuación, que explique el miedo de la prota.

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  4. Miss Neuras, jajajajaja. En fin, bien escrito. Mientras lo leía me acordé de una loca que se hace llamar la duquesa de Alba y que se hace ella misma sus modelos. Un dia me entregó una tarjeta con su nombre y titulos. Siempre con prisas porque tenia muchos lugares a los que asistir. Miss Neuras lo titularia.

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    1. Ésa si que tiene títulos..., pero son mejor los que manejamos nosotros, jajaja. Muy ingenioso José Luis.

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  5. Gracias por vuestras propuestas, son todas magníficas.
    Lu, ¿de qué trata? Pues mira, a veces me gusta escribir cosas dejando en suspense el mensaje, puede tratar de una mujer perseguida por un amante posesivo, de una chica con manía persecutoria que huía de una sombra y cree haberla dado esquinazo, de una cleptómana a la que siempre atrapan..., jajaja, no, en mi cabeza la idea central era la primera, pero soy consciente de que no esta muy claro. Un abrazo.

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  6. Magnífico Yolanda. Un pulso narrativo envidiable. Está claro que lo que pretendías al escribirlo lo has conseguido. Yolanda Le Carré. Bravo! Me gusta mucho esa idea de que en ciertos micros (o novelas, o películas...) a veces es más importante la sensación que transmiten que si la historia está más o menos clara. Muchas novelas o películas del género negro, por ejemplo, si las analizáramos con lupa sus tramas no tendrían el más mínimo sentido, porque lo importante en ellas son las descripciones de ciertos ambientes, los diálogos chispeantes, los personajes bien trabajados...

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  7. Gracias Marco. Conste que estoy orgullosa de mi apellido pero... ¡ostras! Que bien suena mi nombre al lado del de ese maestro de lo negro. Un abrazo.

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  8. Por cierto Dori: ¡gracias por el título!

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    1. Me alegro muchísimo de darte un título, ya sería bueno que fuera nobiliario como los de la duquesa a la que se refiere Jose Luis, jeje. Un beso.

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  9. Mientras lees el relato palpas el miedo de la protagonista, Enhorabuena

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  10. Muy bueno, Yolanda. Sobre todo me gusta el protagonismo de la bebida, el café, lo bien integrado que queda en la huistoria.

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