jueves, 18 de agosto de 2011

VIVA EL DIVORCIO

-Dicen que los del quinto se han separado.
-¿Qué dices?, no puede ser, son un matrimonio modelo, siempre juntos, tan educados y tan guapos los dos, además si no debe hacer ni cuatro años que se casaron…
-Pues sí hija sí, eso dicen...
Tan enfrascadas están en la conversación que no han contestado ni a mi saludo, creo que ni lo han oído, he estado a punto de decirles que sí, que es verdad, que su pareja perfecta no se aguanta más y se separan, pero he preferido subir de dos en dos las escaleras y eso que son cuatro pisos antes de caer en la tentación, ni siquiera me he molestado en esperar al ascensor para no empezar a largar yo también, ¡uy si yo empiezo!, prefiero dejar a mis vecinas elucubrando motivos que yo conozco de sobra. Como para no conocerlos.
Secretamente me alegro, qué cuatro años hemos tenido de matrimonio, porque yo, involuntariamente también he formado parte de él, así que, mira sí, me alegro ¿para que ocultarlo? Por fin voy a poder dormir sin sobresaltos, fin de las carreras por el pasillo, fin de las broncas por no acordarse de una fecha importante, y para ésa mujer todas lo eran: el día que se vieron por primera vez, el día que la pidió salir, su primer beso, el día que decidieron casarse, todas ellas unidas a cumpleaños, santos, sanvalentines  y demás, hacían unas cuantas, el segundo año estuve tentado a informar yo al olvidadizo marido para evitar el aluvión de reproches y gimoteos .
Y él…, que manía con adueñarse del mando de la tele, que no la dejaba ver ni una sola película, que solo se veía que teledeporte, además se negaba a instalar un televisor más en la casa; gran error, quizá eso les hubiera salvado; pero no, que de ninguna manera, que en la cocina no porque allí era donde comían y esos momentos eran para conversar (como si supieran lo que es eso), y en el dormitorio tampoco, que perjudicaría sus relaciones íntimas, ahí tenía razón, pues al principio se relacionaban muchísimo íntimamente y, de una manera tan ruidosa que ni con tapones me libraba de sus escándalosos  gemidos.
Y así cuatro años, cuatro largos y sonoros años de broncas y reconciliaciones… Estas últimas las celebraban escuchando flamenco, les gustaba a los dos y creo que compartían su empeño en promocionarlo a juzgar por el volumen al que lo escuchaban. Así pues, voy a abrir mi mejor botella de vino y me voy a por un buen marisco, estoy de suerte, recupero la libertad de mi maravillosa soltería.
¡Viva el divorcio!

7 comentarios:

  1. No sabes cómo te entiendo. Los míos me martirizaban con la bachata y el merengue. Nada como males de otros para olvidar este insoportable bochorno de jiloque.

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  2. Crueles, que sois unos crueles. Abajo el matrimonio que es la causa de todos los divorcios.

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  3. Menos mal que es una historia ficticia, si fuera real, el narrador no hubiera soportado los cuatro años, ya sabéis que la realidad suele ser mucho peor en estas cuestiones.

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  4. Vaya lujo de vecinos,los mios tienen un perro y me conozco todos sus ladridos:quiero hacer pipi,quiero galleta,quiero jugar,....

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  5. ¡Ah!, ¿pero no era real la historia? Yo creía que todo el mundo tenía unos vecinos ruidosos en el quinto. Porque todos los ruidosos están en el quinto. Luego están los del bricolaje en domingo del octavo, los supermegaguays del cuarto los viernes noche mientras se duchan visten y acicalan a ritmo de "Pitbull" durante dos interminables horas, los sorderas del sexto que ponen el programa del ¿corazón? a todo volumen para que escuchemos la desagradable voz de Belén esteban queramos o no. En definitiva, que me voy a comprar unos auriculares super aislantes con un cable de 50 metros de largo y voy a ir por casa con ellos puestos siempre. Pero yo creía que esta historia era real.

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  6. Bendito doble tabique. Yolanda, cada día eres mejor detallando.

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