viernes, 22 de julio de 2016

¿Quién vigila a quién?

               



                                         


Había terminado el máster de espionaje internacional con las mejores calificaciones. El servicio de inteligencia gubernamental lo contrató de inmediato.
Primero debía  infiltrarse entre los servicios secretos americanos. Estos le indicaron que investigara a fondo al servicio de inteligencia ruso, quien, a su vez, le ordenó que espiara las actividades de la CIA. En poco tiempo se había convertido en agente triple y pronto comenzó a experimentar la incertidumbre  característica  del espía profesional. 
Aquella noche llegó a la suite del hotel angustiado, con la sensación de tener a alguien pegado a la nuca. Se despojó de su smoking  y se metió en la ducha. Cerró los párpados. Recibió con placer el agua fría resbalando por la piel de su rostro fatigado. Notaba cómo su verdadera identidad se diluía hasta desaparecer por el desagüe. No  podía recordar su auténtico nombre. Tampoco el origen de su lengua materna...
Seguramente le ocurría lo mismo al tipo que le observaba detrás del espejo y al que se disponía a liquidar en ese preciso instante.
Lástima que alguien cambiara su arma por una pistola de agua…


Amparo Hoyos

4 comentarios:

  1. Muy bueno, Amparo. Un relato lleno de ironía.

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    1. Gracias Vicente. Llevo algún tiempo sin imaginación. A ver si me voy entrenando para el próximo libro...

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  2. Pues a mí me ha gustado esa actividad frenética q le produce alzheimer de dni. Muy bueno!!

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