sábado, 31 de diciembre de 2011

LAS DOCE.


En el bar de la plaza se respiraba el ambiente típico de la Nochevieja, risas, música, cava, fiesta. Faltaban escasos minutos para las campanadas. Santiago apuraba su gin-tonic con los ojos cerrados. Se repetía una y otra vez: "lo tengo que dejar, se lo prometí a Belén, lo tengo que dejar". Abría los ojos y veía las luces que le fascinaban, sentía la tentación de acercarse, se reprimía, otro trago. La gente se acomodaba para tomar las uvas. Sonaban los cuartos. Santiago sacó del bolsillo de su pantalón un puñado de monedas, se acercó a la máquina y al son de las campanadas fue metiendo las que deseaba que fuesen las últimas monedas que derrochaba. En casa de Santiago, Belén, sentada frente al televisor, tomaba las uvas a golpe de lágrimas cayendo por sus mejillas.

9 comentarios:

  1. Un relato precioso, Dori. Triste y amargo, como es la vida en ocasiones.
    ¡Feliz Año Nuevo!

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  2. Sí muy triste aunque no entiendo es a qué máquina se acercaba ¿de tabaco?, no es al alcohol a lo que está enganchado?
    Me ha gustado mucho salvo eso que debo estar un poco "espesa" a estas horas porque no lo he entendido. Un abrazo.

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  3. Yo creo, Yolanda, que se entiende muy bien que Santiago es ludópata.

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  4. Sí, muy amargo, vaya forma de empezar el año. Muy bueno.

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  5. Ole Fergal. Directo al estómago. Muy buen relato para acabar el año. Y muy corto. Yo también he entendido que se trata de un tipo enganchado a las "tragaperras" (porque se dice así, ¿no?) ¡Ah, no... máquinas de premio!

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  6. Este es un micro MACRO!!!
    A veces no hacen falta casi palabras para decir tanto.Muy bueno.

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  7. Gracias por vuestras alabanzas, sí, el pobre Santiago era ludópata, aunque espero que con el año nuevo todo cambie para los dos.

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  8. Muy bueno Dori. Buen micro y feliz 2012

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