jueves, 29 de diciembre de 2011

En la tetería IV


Aquel Lunes de Navidad no fuí a trabajar. Pasé la mañana trasteando en casa. Hacía frío.
A las cinco, puntualmente, salí a tomar mi té. Suelo acudir todos los días a la calle Sorní. Infusión de arándanos y periódico. Como soy un habitual de la casa, Marcello, el camarero, ya me tiene preparada la tetera a la temperatura justa, al punto de acidez exacto y mis butter cookies preferidas.
A esas horas, no suele haber gente en el local. Siempre se anima más tarde. Pero aquella tarde, había una dama sentada en la barra con aspecto tenso. Esto era doblemente extraordinario. En primer lugar, porque estaba sentada en mi sitio favorito; y, en segundo lugar, porque era una rubia inquietante. Me senté cerca e imaginé que pediría un simple té verde. Miraba hacia la puerta nerviosa, como si esperase a alguien.
Sonó la campanilla de la puerta y apareció una mujer joven. La rubia se giró hacia Marcello y gritó:
-”Carajillo de ron negrita”
-“Caray!! Esta rubia me gusta”. Pensé.
A los cinco minutos, volvió a sonar otra vez la campanita de la puerta y apareció otra mujer, que saludó efusivamente a la primera. Mi rubia se giró hacia mí, y con un seco “Perdone”me arrebató el periódico y se tapó la cara para poder vigilarlas a las dos.
Mientras mis arándanos infusionaban, yo seguía la escena con expectación. Allí estaba pasando algo y no me lo quería perder.
Al momento, llegaron una pareja y se unieron a las chicas.Todos se saludaban con alegría y cordialidad. Estaban sentados junto al árbol de Navidad.
Seguíamos atentamente la escena mi compañera de barra y yo, especialmente ella, que tomaba notas en una servilleta de todo lo que oía.Y el caso es que resultaba un grupo inofensivo.
Pasó el rato y, después de unas fotos, todos se pusieron en pie y se despidieron amistosamente en la puerta.
Mi extraña compañera, que ya iba por su segundo carajillo, se abalanzó sobre las galletitas que dejaron en el plato y me lanzó una mirada de cómplice silencio. Recogió su bolso y salió para no volver. La echo de menos.Vuelve rubia,vuelve...

7 comentarios:

  1. Jajajaa, muy bueno, Asun. Esta Leocadia estaba tan atenta a la escena que no se enteró de que estaba despertando pasiones, le dirá que vuelva, aunque creo que anda amartelada con don Justo desde el día de Nochevieja.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja,...¡Cuánto está dando de sí dos horas en una tetería!
    ¡Buen trabajo, Asun!

    ResponderEliminar
  3. Leocadia estaba igualita que Marilyn, divina de la muerte, y él un poco más feucho, pero similar a Woody, que pena que el encuentro no haya sido más fructífero para ambos. Me encanta el carajillo de Leocadia, y el otro, modosito con su té.

    ResponderEliminar
  4. Tenemos que preparar un encuentro entre ellos.

    ResponderEliminar
  5. Vaya que si da de sí el té ¿eh chicas? Muy divertido.

    ResponderEliminar
  6. Je, je, me ha gustado mucho Asun. Creo que yo no voy a añadir ningún relato más acerca de la tetería, los vuestros son estupendos y yo os voy a aburrir.

    ResponderEliminar