Me encantan los días de lluvia en la ciudad. Son perfectos para que las huellas desaparezcan, para que los perros no puedan seguir ningún rastro. Incluso te evitas tener que tapar los cadáveres porque de eso ya se encarga el agua. Siempre hay algún incauto al que le gusta ir al cine o al teatro cuando llueve, y la noche siempre es muy buena aliada.
Después no hay nada mejor como volver a casa, ponerse bajo la ducha, tomarse una buena taza de té con el prozac, ver cómo cae la lluvia tras los cristales... y a ese joven que sigue esperando el autobús en la parada de enfrente. A estas horas ya no va a pasar ninguno más. Creo que bajaré a decírselo.
¿Lo va a matar, no? Es el asesino de las frases hechas. Muy agudo Eufrasio, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMacabra ironía, pensé en este tema para mi relato pero no me salía nada, me ha gustado el tuyo. Enhorabuena.
ResponderEliminarCada relato que te leo, me entra más miedo. ¡Por Dios, qué salga el sol pronto!
ResponderEliminarQué grande Eufrasio!!! Aportas al lector la información necesaria (y nada más) para que sepa por donde van los tiros (o las cuchilladas,claro...)
ResponderEliminarA este tipo el prozac le hace el mismo efecto que a mi unas pringles. Genial.
ResponderEliminarEl asesino de la lluvia, que guayyyyyyyy
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