Regresó a su infancia, a su pueblo de casas grandes, donde las ventanas eran ojos y
parecía que tras los balcones te espiaran. Nunca pudo conocer todos los secretos
que allí se guardaban.
Despertó entre unos cálidos brazos
que le resultaban muy familiares. Su padre la sostenía como cuando era una
niña.
-“No pasa nada, mi amor, solo ha sido una pesadilla” -le decía al tiempo
que la acunaba.
De nuevo se encontraba en la cama y
en la habitación de su niñez. Su padre, que hacía tantos años ya que
había fallecido, estaba junto a ella, calmándola. Se sentía ingrávida y
cristalina.
-Seguro que es esto la muerte -pensó-.
¿Seré yo un fantasma?
Los visillos se movían y sin rozar
apenas el suelo, se asomó a la ventana…
Pués que muerte tan agradable Malén, cómo condensas los textos, felicidades.
ResponderEliminarQué suavidad...Me gusta
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ResponderEliminarLo que más me gusta de tus textos es su calidad, y que venga acompañada de la brevedad, ya es lo máximo. A mi me encantan los micros y tu los dominas a la perfección. Enhorabuena.
ResponderEliminarEs cierto lo que dice Yolanda. Entrañable paso a la otra vida. Felicidades, Maga.
ResponderEliminarLeer este relato reconforta el alma. Muy bello y con gran ternura y suavidad
ResponderEliminarPienso igual que los demás: breve, como tú lo sabes hacer y a la vez trasmites mucho, calidez,amor paternal...
ResponderEliminarGracias, chicas, me gusta que os gusten.Estoy aprendiendo aquí, con vosotras.
ResponderEliminarMuy buen relato Malén, como siempre. Dices lo justo para que el lector tenga la información necesaria (y nada más) para poder interpretar el texto. Felicidades!!!
ResponderEliminarun texto con mucha dulzura Malen, y muy bien redactado, dices todo con pocas palabras.
ResponderEliminarMe ha encantado, Malén, cada día me gusta más leer tus escritos. Sobretodo me ha gustado la frase "...donde las ventanas eran ojos...". Enhorabuena
ResponderEliminarPero es insomnio, es un duermevela, no ha podido morir, me niego a creerlo.
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