martes, 27 de septiembre de 2011

TARDE DE VERANO



Era una calurosa tarde de domingo. El sol entraba brutalmente a través de los cristales. Sudaba, pero no quería despegarse del teclado de su ordenador, temía que, si lo hiciese, tal vez a la vuelta ya no tendría tan claro como ahora lo que exactamente debía seguir escribiendo para que le publicaran su artículo. Se encendió un cigarrillo y continuó, sus dedos tecleaban con decisión aquel montón de ideas que fluían sin cesar, una detrás de otra. Bocanada tras bocanada, el humo llenaba sus pulmones tal y como las palabras llenaban la página antes en blanco. Le quedaban escasos minutos para poder enviar el artículo sin llegar tarde como siempre y recibir la clásica bronca de los lunes por la mañana, además de no cobrar. Apagó la colilla aplastándola contra el cenicero. Tosió repetidamente y cuando terminó puso el punto y final al texto. Volvió a coger la cajetilla y encendió otro cigarro, éste para saborearlo lentamente mientras leía y releía su impecable artículo, balanceándose satisfecha en su cómoda silla. El humo dibujaba extrañas volutas que cambiaban de color cuando los rayos del sol las atravesaban, naranja primero, azul después…hasta que desaparecían del todo. Sus labios esbozaron una suave sonrisa y entornó lo ojos mientras imaginaba los elogios de su jefe al terminar de leer el que, para ella, era su mejor artículo. Imaginaba que podría salir a comer con Jorge para celebrarlo y que entonces él le expresaría lo que sentía por ella, lo que sentían los dos…
Jorge se despertó bruscamente al oír el estridente sonido del teléfono. Al otro lado oyó la voz de su jefe quien, alterado, le pedía que saliera rápido hacia la editorial. Algo terrible había sucedido y él tenía que escribir la crónica. Se vistió rápidamente mientras su jefe le iba contando los pormenores: “Incendio en un chalet de una urbanización cercana, muere una mujer de unos treinta años al quemarse la vivienda en cuyo interior se encontraba en ese momento, según el informe de los bomberos el fuego pudo originarse a causa de un cigarro mal apagado…” Jorge le interrumpió. –Pero… ¿porqué yo? ¡Que lo escriba otro! –No Jorge, no…se trata de Silvia, ¡Silvia ha muerto!- Jorge se detuvo en seco, caminó hacia la mesilla de noche y sacó un cigarro de su última cajetilla , lo encendió y caminó hacia la puerta de su casa mientras las lágrimas resbalaban despacio por sus mejillas. El humo dibujaba extrañas volutas que cambiaban de co…

8 comentarios:

  1. Dos vidas unidas y separadas por el humo. Yo sería incapaz de escribir la crónica de la muerte de mi novia. Me gusta la agilidad de tu relato.

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  2. me encanta la frase:El humo dibujaba extrañas volutas que cambiaban de color cuando los rayos del sol... Muy bien Amparo.

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  3. Tienes madera de novelista, por el detallismo de tus descripciones. Tu lenguaje es hermoso.
    Ejercicio: ¿Qué diferencia hay entre "porque" y "¿por qué?

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  4. Me ha gustado mucho la manera de entrelazar las dos historias. Muy bueno!!!

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  5. Gracias Lucrecia tienes razón, haré los deberes

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  6. Amparo, fenomenal. Me gusta mucho la primera parte del relato, cuando ella está escribiendo y fumando; cuando fuma otro cigarrillo para leer el artículo. Todo eso está muy bien narrado. Bienvenida y enhorabuena.

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