lunes, 5 de septiembre de 2011

CRISIS

¡Me venden!, ¿os lo podéis creer? Si soy nueva: DYV, vamos no me jodas. ¿Qué por qué me venden? Porque el hospital no tiene dinero para mantenerme en circulación... ¡Pero si soy diesel! Consumo la mitad exacta que cualquiera de gasolina de mi gama. Esa excusa a mí no me vale. Yo me huelo que es por Ramón -el que me conduce- que lo van a jubilar antes de tiempo, y a mí con él. Llevo un disgusto encima. Mirad las pegatinas: nuevas. Ni un arañazo, ninguna rascada. Arranco a la primera, ululo que doy gusto, los enfermos dejan de quejarse cuando suben ,incluso hubo uno que pidió un par de vueltas más, aunque yo creo que fue porque en aquel turno estaba Rosa, que es una chica muy maja que se hace de querer, y el paciente se enamoró de ella. ¿Veis? Si hasta la gente se enamora cuando los transporto...
A Ramón le ha cambiado el humor, lo noto porque de tercera a quinta me rasca –Ramón sólo utiliza las marchas nones, manías suyas- y antes eso no lo hacía, lo de rascarme las marchas. El hombre-que-susurra-a-las-ambulancias le llaman los compañeros porque él no te conduce, ¡él te hace el amor!. Nunca se le ha roto ninguna, ni en servicio ni fuera de él.
Rosa, que es muy lista, y ya se olía la tostada hace tiempo ha cambiado de trabajo: se ha hecho modelo de prêt-à-porter. He oído que gana siete veces más que de ATS.
¿Pero, qué pasa conmigo, señora directora general del hospital de Nuestra señora del perpetuo socorro inmisericorde? ¿Acaso no me merezco un poco de respeto? ¿Es que no tiene usted sentimientos? Sé que no puedo apelar a mis hijos porque no los tengo –soy una ambulancia, por si no se ha dado cuenta- pero Ramón sí que los tiene y usted no se ha cortado un pelo para prejubilarlo.
Yo no quiero acabar reconvertida como repartidora de cervezas a manos de cualquier jovencito pastillero, siempre aparcada en doble fila, con el cenicero lleno de colillas y con trozos de bocadillos de chopped por el salpicadero como las otras furgonetas que veo cuando voy con mi Ramón por la ciudad... ¡Ay! (snif) es que sólo de pensarlo me da una pena, me entra un ahogo... y es que no puedo, no puedo... Disculpad...

7 comentarios:

  1. Menos mal que no hablan, pobrecillos!!

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno Eufrasio, el hombre que susurraba a las ambulancias, me he reído mucho. Tenemos que hacer algo con tu vis cómica.

    ResponderEliminar
  3. Que alegria volver a leerte Eufrasio, como siempre me ha encantado porque siempre me sorprendes.

    ResponderEliminar
  4. Ja,ja,ja genial -como siempre-, Chema (mi marido), y yo hemos pasado un buen rato leyéndolo. Besos.

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno Eufrasio. El punto de vista es crucial en tan divertida historia.

    ResponderEliminar
  6. Muy bueno, Eufrasio, original y divertido.

    ResponderEliminar
  7. Qué lástima, la relación de Ramón y su DYV hubiera sido tan sonora ....
    Gute Arbeit! Gratulieren!.

    ResponderEliminar