domingo, 19 de junio de 2011

Sin ti.


No recuerdo bien la hora, creo que el teléfono sonó a eso de las 17:00 h, era un sábado y yo, despreocupada, disfrutaba de una película; me dieron la noticia con cuidado, lentamente, con voz temblorosa y palabras delicadas; la realidad estalló en mil pedazos, se resquebrajó despiadada y contundente sobre la placidez de mi tarde y de mi vida.
A partir de ahí todo fue extraño, irreal casi. Llegó mucha gente repitiendo lo mismo, llegaron besos formales y sentidos, abrazos leves y fuertes, miradas cálidas y compasivas.
Y no es verdad, no es verdad lo que dijeron: el tiempo no ha curado nada; aunque mi boca vuelve a dibujar la mueca de la risa y cumplo con mis obligaciones diligentemente, tu ausencia omnipresente entre mi piel y mi alma, me recuerda cada día que no es que sea difícil, no, es imposible volver a saborear la vida como antes, sin ti.

4 comentarios:

  1. Muy bonito, me gusta tu manera de narrar las historias. Me gustaría más sin el adj. omnipresente, demasiado fuerte. Tal vez esté demasiado próximo a diligentemente. Me parece más sencillo y crudo "tu ausencia entre mi piel y mi alma". Pero es mi opinión y para gustos, colores.

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  2. Real, duro y preciso. Las correcciones de Magdalena son acertadas, le darán más ritmo a un relato tan breve.

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  3. Gracias, tienes razón Magdalena, fíjate que cuando utilicé ese adj. me sonó raro, me alegro que lo digas.
    ¡Fernando! otra vez por aquí, que bien.

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  4. Yolanda, yo temo cuando escucho el teléfono a ciertas horas. El tiempo no cura, hace llevadera la carga que al principio nos parecía imposible de llevar. Enhorabuena.

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