miércoles, 18 de mayo de 2011

Halo Vs. Rosebud.

- Explícame lo del halo ese otra vez.

- Mira abuelo, Halo es un juego en 3D para la Xbox de Microsoft, el más grande de todos los juegos, la trama de Halo tiene lugar en el siglo XXVI, período donde el jugador asume el rol del Jefe Maestro, un supersoldado genéticamente mejorado que es acompañado por Cortana, una inteligencia artificial que ocupa la interfaz neuronal del Jefe Maestro. A lo largo del juego, el usuario se enfrenta a varios extraterrestres, tanto en enfrentamientos directos cuerpo a cuerpo, como a bordo de vehículo, en su intento por descubrir los secretos de Halo, un planeta artificial con forma de anillo.

- No he entendido nada de lo que me has dicho, pero como veo que te interesa y siempre se me han dado bien las batallitas, quiero aprender a jugar a esto que tanto gusta a mi nieto, ¿podemos jugar los dos?.

- Claro, coge el joystick, vamos a empezar desde el principio.

Para Rubén, un abuelo de 73 años, meterse en la piel de un supersoldado interespacial y matar en 3D a miles de alienígenas para conquistar un planeta inexistente, puede ser una misión de las que dejan factura. Pero Rubén tardó en desentrañar los secretos de Halo 3, siete días y gran parte de sus noches. Rubén junior, su nieto y ahora su maestro, no daba crédito. En partidas on line, su abuelo pateaba el culo a todos sus amigos, su nick name “Lastciborg”, ya coronaba las listas de jugadores y en el primer enfrentamiento nacional de parejas, los R&R, partían como favoritos.

Ni que decir tiene que mis protagonistas ganaron la gran batalla nacional y conquistaron Halo. La relación nieto-abuelo se cimentó de tal manera, que el bastión que formaron sería para siempre inexpugnable.

- Abuelo, ahora que lo sabes todo sobre Halo, ¿me enseñarás a jugar a tu juego preferido?.

- ¿De verdad quieres jugar a las damas?.

- Claro. ¿En qué formato lo descargo?.

- Este juego no se lleva bien con los bits.


- Este es mi nieto Rubén, Rubén, estos son: “El nivolas”, “ El Tenorio” y “Maese Pérez”, mi nickname en este juego siempre ha sido “Rosebud”, el tuyo será “Lazarillo”. Tenorio saca el tablero. ¿Empezamos?.

Yolanda Nava Miguélez, OTROS JUEGOS



La cita no necesita de una hora ni un minuto exacto. A media tarde, después de la siesta, en la plaza, nos reunimos cada tarde para nuestra partida. Cuantas veces envidié a los despreocupados jugadores al observarlos desde el otro lado de la calle cuando iba a trabajar, ahora me toca a mi, adiós a las preocupaciones, al miedo a las tormentas que podían asolar la cosecha, o a las plagas y la sequía, ya estoy jubilado, todo aquello es pasado, no tengo otra ocupación que matar lo mejor posible el tiempo.
Ahora soy uno de ellos.
Los días se repiten y de tan iguales parecen todos el mismo: un largo día ladino y sutil que va desdibujando la realidad casi sin rozarla; a nuestra cita sin fecha ni hora empiezan a faltar algunos jugadores: primero fue Prudencio (sus dolencias cardiacas se lo llevaron), después Ignacio: sus problemas con el riego le impiden jugar (no recuerda las normas del juego), Manuel se fue a una residencia después de morir su esposa; Apenas un par de espectadores rodean el tablero comentando las jugadas; a la par, al otro lado de la calle, un grupo de jóvenes se pierden en otros juegos ajenos a los nuestros, en pantallas digitales que nada tienen que ver con nuestro rudimentario tablero, me he sentido tentado a invitarles a participar, solo tentado, una punzada de vértigo frena mi impulso. No encuentro fuerzas para hacerlo, me vence el miedo, miedo a recibir una educada evasiva o una sonrisa burlona, o lo que es peor, a ser invitado a sus juegos; escondido en mi cobardía, continúo en mi lugar rematando con el movimiento de mi ficha, una partida más."

martes, 17 de mayo de 2011

Imágenes de Centroamérica.

Mi marido, un borracho y un pendenciero. Pero esto no es nada, es el pan nuestro de cada día en estas tierras de sangre caliente. ¡Mejor estoy sin él! Siempre dispuesto a gastarse la plata en apuestas y en juegos. Mi plata, porque él no trabaja. Un gallito apostador de lo ajeno. Cargando siempre con su pistolón por si alguien se le pone chulito. ¡Enfermos, eso es lo que son, enfermos de sus vicios!
Al tiempo que María hablaba con la reportera, un vecino mataba a otro por un tejado de uralita. El diario se hacía eco de un tiroteo a causa de unas gallinas desaparecidas. Y “las maras” hacían de las suyas atemorizando a toda una aldea.
La violencia significa que la vida no tiene ningún valor. Y las de las mujeres mucho menos que nada.

lunes, 16 de mayo de 2011

HASTÍO, DOMINGO POR LA TARDE. De Saluditero.

-Ganan las azules, Sebastián.
-Sí...señor.
-Las azules obligan a comer a las rojas y coronan dama en ocho, una antes que las rojas, y ganan, Sebastián.
-Sí...señor.
-Recuerda, Sebastián, que después de la partida tenemos que pasar primero por el hotel a cambiarnos, no vaya a ser que a la señora le dé por regresar antes del concierto y nos vea de esta guisa.
-Sí...señor.¿Me permite una pregunta...señor: por qué la señora odia este lugar...señor?
-Antes no era tan agradable. No sabes, Sebastián, las pocas ganas que tengo de enfundarme el traje. Tú puedes no cambiarte, si quieres, pero intenta que ella no te vea.
-Sí...señor, lo intentaré...señor.
-Ah, Sebastián, después de dejarme en casa vuelves a cobrar la apuesta.
-Sí...señor, como no.
-Y no te olvides de darle uno de los grandes al viejo Pietro.
-Sí...señor, como podría olvidarlo...señor. Recuerde que es mi padre...señor.
-El viejo Pietro es un valor seguro para las apuestas; no lo olvides nunca, Sebastián.
-Sí...señor. No lo olvidaré...señor.
-Sebastián...¿Cómo se llama el tipo del concierto?
-Adam Hurst creo...señor.
-Que los chicos se encarguen de él. Comme d’habitude, Sebastien.
-Oui...monsieur. Comme d’habitude...monsieur.