lunes, 18 de noviembre de 2013

Confusión u olvido




Fuera por confusión u olvido, Amanda programó a la misma hora y en el mismo lugar sus citas a ciegas con Robin y Derek. En el paseo marítimo de Norwalk los tres se conocieron, fumaron unos pitillos, charlaron y rieron durante un buen rato. Después cenaron juntos y mientras, entre los hombres surgió el amor.

Amanda sigue recurriendo al mismo tipo de encuentros, solo que ahora lleva mucho cuidado en evitar inoportunas coincidencias.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Sofrito


El aroma a cebolla frita, pimiento y tomate natural, el sonido de aquel bolero en la vieja radio, la luz del medio día colándose por la ventana...le atrajeron hasta la cocina. Se apoyó en el marco de la puerta y la observó trajinar mientras murmuraba al compás de la música. El olor del sofrito y su leve "Chopchop" desde la sartén le recordaban que aquel amor seguía vivo, que ella seguía viva. Se acercó sin hacer ruido y le rodeó la cintura con los brazos, ella sonrió sin poder evitar que el vello de su piel se erizase con aquel contacto y se giró lentamente alzando los brazos al aire.

Así estuvieron largo rato, abrazados, meciéndose el uno con el otro, con el vaivén de la música.

Unos segundo después, el bolero terminó, el sofrito se quemó y ella contuvo lágrimas ahogadas por no volverle a ver.

martes, 12 de noviembre de 2013

Los hijos de perra





Tenía la pistola cerca y aún así no estaba tranquilo. Esa maldita histérica estaba rondando por allí, buscándome y aunque no supiera en que bungalow estábamos y aunque estuviera lloviendo a cántaros y las malditas chapas del techo nos dejaran dormir y fuera de noche desde hacía varias horas, aún así sabía que ella podría encontrarnos.

Estábamos todos muy cansados después de huir y escondernos durante días y cuando llegamos por fin a Saint Jean de Luz elegimos un camping y nos alojamos en la cabaña 506.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Revelación




Madre, necesito contarte algo: acabo de conocer a una joven excepcional y me he enamorado de ella. Se llama Giuliana, es más o menos de mi edad, está excelentemente educada y por lo que hemos hablado compartimos muchas aficiones, pues le encanta la literatura clásica, adora las composiciones de Paganini y las óperas de Verdi. Es de muy buena familia, no te vayas a pensar, sus padres eran unos ricos lombardos que se instalaron en nuestro país después de verse envueltos en un conflicto político cuyos detalles desconozco. Giuliana Marini es una damita preciosa, sus cabellos ambarinos me recuerdan los tuyos. Le pediré que pase a verte. Cuando la conozcas también te sorprenderán sus maravillosos ojos de azabache. Viste como una auténtica princesa y es sencilla, gentil, tierna. Y aunque no le encuentro el más mínimo defecto, existe un inconveniente que podría amenazar esta ilusionante relación: ella murió en 1882 y asegura que bajo ningún concepto puede traspasar las puertas del cementerio. Así es que, de ahora en adelante, os visitaré más a menudo. Aquí dejo unas flores, espero que te gusten. Hasta mañana, madre.