martes, 21 de mayo de 2013

Lu in the sky with diamonds


Mi mamá dice que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar (Forrest Gump)


Admiro a una gran escritora que se llama Lu y que se encuentra hace meses desaparecida en combate. Por eso he decidido formar un comando para encontrar y salvar a la soldado Hoyos. Ignoro si esta pequeña pero valiente tropa, con sus lápices y ordenadores como única arma, tendrá o no éxito en su misión, lo cierto es que todos vamos a esforzarnos para recuperar a la compañera y cuanto antes, mejor. Tampoco conozco los motivos que le han impulsado a abandonarnos o a abandonarse, pero una persona como ella, que lleva las letras en la sangre, siempre es útil y debe estar disponible para nuestra causa. Así es que, como ideólogo de esta empresa, propongo que cada un@ de vosotr@s redacte un texto conminando a su regreso más inmediato. Sé que puede ser una campaña dura, pero hemos de afrontarla entre todos. ¡Que la fuerza nos acompañe!

miércoles, 8 de mayo de 2013

El reflejo



Se despertó a media noche, después de volver a soñar con ella una vez más. Se sentó sobre la cama y apoyó los codos en las rodillas mientras con las manos sujetaba su cabeza. Le daba vueltas toda la habitación. Encendió la vela que tenía sobre la mesita de noche, hacía mucho que le habían cortado la luz eléctrica y nunca se molestó en intentar recuperarla. Aquel abandono era el castigo que se afligía cada día desde que ella se marchó. Resopló y se levantó de la cama, se observó una vez más en aquel espejo viejo que ella compró un día en el rastro, dijo que lo restauraría pero nunca llegó a hacerlo y él lo conservaba de manera recelosa. Por el día lo cubría con una manta y por la noche lo destapaba, era uno de los pocos hábitos que aún conservaba. Nunca olvidaría que fue ella quien se reflejó en él por última vez. Pero en aquella ocasión era la imagen de un hombre derrotado la que le devolvía.
La llama de la vela bailó ligeramente y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Nunca supo si fue real o consecuencia de las dos botellas de vodka de aquella noche, pero la vio en el espejo dándole la mano, él rozó con los dedos el frío espejo y con rabia lo tiró al suelo rompiéndolo en mil pedazos.
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Sara vagaba entre aquella bruma blanca, desde que abandonó su cuerpo había permanecido allí con otras muchas almas que como ella esperaban la llamada para pasar al mundo espiritual. Había perdido la noción del tiempo, como los demás le dijeron que ocurriría. De entre todas aquellas almas hizo amistad con una niña que le contó un secreto, había descubierto un portal por el que se podía ver el mundo de los vivos. Sara se acercó aquel día, para volver a verle dormir una vez más, pero aquel portal se había desvanecido. Fue entonces cuando Sara sintió la luz y fue llamada.

viernes, 3 de mayo de 2013

UN DÍA TONIFICANTE


Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando lo vio con aquella jovencita dándose arrumacos, la muchacha al verla le lanzó una mirada triunfal, como guardando un secreto tras de ella.
No soportó que él tuviera tan poca delicadeza al querer despojarla de todo..., todo lo que consiguieron juntos; algunas veces con mucho esfuerzo, otras poniendo sus corazones y emociones en adquirirlas, como sí quince años de matrimonio se volatizaran. ¡Le dolía tanto! Luchó por conseguir lo que le pertenecía y dejó de auto compadecerse.
Cerró la puerta al salir del despacho. Recorrió el pasillo y bajó las escaleras que separaban la calle del bufete, despacio, muy despacio, y una sonrisa agridulce se dibujó en sus labios. Saboreó en cada paso los años vividos juntos. ¡Quedaron tantos proyectos por realizar!.
Al llegar a la puerta de la calle comprobó que el día hacía honor al refrán del mes. ¡Llovía con tanta intensidad! Salió al tonificante, limpio y húmedo aire. Abrió el paraguas que apartó hacia un lado, levantó la cara agradeciendo la lluvia, la refrescó. Cerró los ojos y respiró hondo, dejó que el aire le purificase e intentó recuperar la poca serenidad que le quedaba. Se alejó de allí con paso seguro, ufana por haber sabido reprimir algún reproche cuando lo miró a los ojos, y le dijo que le regalaba todo lo que la sentencia le dictaminaba por derecho. No quería tener nada que le recordase, ¡no lo merecía!

 

miércoles, 1 de mayo de 2013

OTRO CUENTO...




                                                               
Blanca trabajaba clandestinamente para una familia formada por siete hermanos varones. Ya sé que esto, hoy en día, no es ninguna novedad (me refiero al hecho de trabajar de forma clandestina, claro; otro cantar es encontrar a siete hermanos varones y además enanos, que trabajen juntos sin discutir). A lo que íbamos, Blanca recibía todos los meses de la mano de Sabio (no se podía llamar de otra forma) un sobre color marrón con una cantidad ridícula de dinero que no le daba más que para comer. En lo referente a su vestuario, se las tenía que ingeniar para lavar, día sí y día no, las únicas prendas que tenía: la maldita falda amarilla y el corpiño azul.
Mientras barría el patio de la casa de los siete simpáticos explotadores, acertó a pasar por delante y fijarse en ella un joven quien dijo ser el hijo del rey. Así, sin más. Blanca flipó en colores y se esforzó en resultar simpática, agradable y hospitalaria. Tan hospitalaria resultó ser que, después de su primer encuentro, la tripa le comenzó a crecer de forma sospechosa hasta el extremo de que los siete hermanos comenzaron a discutir entre ellos sobre la identidad del causante. Al final, fue ella quien salió perjudicada y Gruñón (tampoco podía ser otro) la despidió sin finiquito alguno, tan siquiera en diferido.
Blanca buscó a su príncipe por todos los castillos y mansiones del reino. Después de muchas pesquisas, lo encontró, por casualidad, viviendo de alquiler en un pisito de soltero sucio y desordenado, sin apenas espacio. Temió ser despedida de nuevo, pero no fue así. El joven noble, le explicó que había sido desheredado por mantener principios más próximos a los ideales republicanos y que había tenido que esconderse, ya que su vida corría peligro. Finalmente, encontró trabajo en un taller de mecánica para el automóvil propiedad de quien, en otros tiempos, había sido su chófer.
Desde luego que no resultó ser el príncipe soñado, pero sí el príncipe soñador, que tampoco estaba mal. 
Actualmente compagina su trabajo con la plataforma no al desahucio, se dedica a organizar escraches y tiene pensado encabezar una petición para que, los palacios y mansiones propiedad de su familia y demás nobleza, paguen el IBI de una puñetera vez. Blanca ejerce de modista en el domicilio mientras cuida de sus hijos. Lo hace de forma clandestina porque no cobra lo suficiente para pagar la cuota mensual de autónomos ¡Pais!