Cuando regresó a la cafetería, sus amigas ya se habían esfumado.
lunes, 2 de enero de 2012
Un café de lujo.
Cuando regresó a la cafetería, sus amigas ya se habían esfumado.
Ceremonia

A las cinco en punto, lo sé porque sonaban las campanadas del Miguelete, Leocadia, hizo su entrada en el Café de las Horas. Se quedó un rato parada en el interior del local buscando a Geli y a Julieta, pero no vio ninguna mesa ocupada por dos mujeres. Una segunda inspección le hizo ver a una joven sola que estaba concentrada escribiendo en una libreta. Al sentirse observada, alzó los ojos, le dirigió una amplia sonrisa y guardó la libreta en el bolso, se levantó y le dio dos besos a Leocadia que se quedó un poco perpleja porque no sabía cuál de las dos era y tampoco se atrevió a preguntárselo. Un camarero muy moreno y con aspecto caribeño les sirvió un par de pócimas afrutadas que estaban deliciosas y la conversación fluyó sin prisas pero sin pausas: una hablaba, la otra escuchaba, se intercambiaban los papeles, se comprendían en un ambiente místico por la decoración del local y el olor que emanaban unos incensarios situados estratégicamente. Fue una ceremonia sagrada en la que ambas declararon sus intenciones de compartir su vocación por las letras junto a todos los cuerpos ausentes del resto de la cofradía.
domingo, 1 de enero de 2012
LAS TERRIBLES “BUTTER COOKIES” (Teterama - VII) Por Constantino Porfirogeneta.
