viernes, 1 de abril de 2011

Pilar Sanchez Galiano Una carretera y un cielo

Miro una foto: una carretera y un cielo abierto, y por entre las nubes disipadas se cuelan los últimos rayos del sol de un día más.
Una carretera que tomaría ahora mismo, sin dudarlo, para dar marcha atrás.
Y si pudiera dar marcha atrás, volvería a una de esas fiestas en El Cairo, en una noche de verano. Cubierta de pañuelos que abandonaría a la entrada del local, me despojaría de mis miedos para reír, bailar, conversar y flirtear. Para entrar en el denso y complejo mundo de la frivolidad de una fiesta con gente adinerada en un mundo en el que hay pobres pidiendo en cada esquina.
Cada mañana veía al mismo niño, tirado en una calle, durmiendo. La calle sucia, terriblemente sucia, y el niño con la cabeza llena de calvas, como comida por la tiña o por la desnutrición, o por una vida demasiado larga en un cuerpo demasiado joven. Le veía durmiendo, y le metía dinero en el bolsillo. Qué más podría yo hacer? Ahora imagino que por esa carretera yo volvería atrás, y me lo llevaría a casa, a darle de comer, limpiarle, abrazarle, hacerle mi niño. Tal vez haya muerto. Puede que sea incluso mejor que haya muerto.
La vida sin pasión es la muerte lenta del alma.
Volvería hacia atrás y me sumiría en el caos de unas calles pobladas de gente agolpada, de unos coches en constante ruido de claxons, de miradas pegajosas y palabras descaradas. Del aroma a especias mezclado con el olor de motores y el sudor de la gente, al calor imposible del verano.
Volvería allí y una vez más maldeciría el estar allí. Maldeciría el ruido, la polución, a los hombres. Miraría de nuevo con cierta rabia a las mujeres de rostro cubierto, amaría la dulzura en los ojos de los niños, la comida asequible a cada paso en las calles, los sabrosos zumos naturales.
La seguridad de lo que poseo, al otro lado de esa carretera, y todo el oro del mundo, lo cambiaría yo por aquella sensación.
Estaba viva.

Ana Maria Vilchez C, PATRICIA

Terminé en el diván de un Psiquiatra, por un sueño que me tiene loco.De una chica hermosa que me aparece en las noches de luna llena.Yo la he llamado Patricia.Cuando llega la luna llena, está hermosa mujer aparece al pie de mi ventana, ya sé cuándo se acerca porque el espacio se llena de un aroma tan dulce que me da escalofrío. Al mismo tiempo me erizo y me empalago.Patricia llega a compartir un momento, tiene poco tiempo, porque su espacio y su tiempo lo ocupa deambulando por el universo.Ella comparte conmigo su danza nocturna y fría de una melodía que me encadena y me encanta bailar con ella. Al danzar me mira con sus ojos profundos, mientras flotamos en el aire. una sensación extraordinaria que deja en mi cuerpo relajado. Pero al mismo tiempo me siento intranquilo porque se que la paz que ello me produce solo dura un momento. y peor me siento cuando despierto y descubro que solo es un sueño, y que pido soñar todo los días.

Confidencias del Arturo.

Soy Arturo, el marido de la Asun y estoy que no vivo. No sé si recurrir a un psicólogo o a un detective, porque ando como loco pensando que la Asun me la pega con otro y es que estoy que la cabeza me pesa. Ella antes no era así. Empecé a sospechar la otra noche que me vino del trabajo dos horas más tarde de lo que acostumbra, con toda la ropa mojada y con las croquetas de mi suegra, que siempre me trae con tanto amor, hechas unos zorros en la fiambrera que parecían una pasta en lugar del crujiente manjar de otras veces.
Apareció, como os digo, calada hasta los huesos y con una chaqueta muy rara, roja con franjas verdes, que yo nunca le había visto y que estoy seguro que no es suya porque no es de su estilo, que va, ella es mucho más elegante y tiene muy buen gusto pa vestirse. Le da un aire a la Pantoja pero en rubia y cuida mucho los detalles. Encima me dijo que había perdido el móvil y que por eso no me había podido llamar para avisarme del retraso. Al día siguiente se inventó no sé qué historia de una fantasma y de un borracho que era capador de pollos y que su móvil lo tenía uno que se llama Aurelio y que es conductor de autobús. Hoy le he pillado una carta de él, la cita esta tarde en el bar “los rubiales”. Pero estos a mí no me engañan. Me voy para allá con la navaja de mi padre y lo mato, si lo veo que habla con la Asun me lo cargo sin contemplaciones. Estos no saben con quién se la juegan. A mí a la Asun no me la toca nadie.

Eufrasio Saluditero ¡Urgente!, para Asun.

Mira Asun, que soy Aurelio. La cosa pinta mal. El asunto del fantasma ha saltado a la televisión y a mí llevan días persiguiéndome con una cámara y no hacen más que preguntarme por ti. Te espero esta tarde en el bar “los Rubiales” para devolverte el teléfono porque yo por la noche emigro a casa de mis padres hasta que se calme el asunto. Si no aparecieras le dejaré el móvil al dueño del bar. ¡Por dios, Asun, coge las maletas, al Arturo y las croquetas y vete tú también antes de que sea demasiado tarde!